viernes, 22 de noviembre de 2013

HIPÓLITO YRIGOYEN (1852-1933) PROTECTOR DE LOS BIENES DE LA PATRIA


Hipólito Yrigoyen.




                                                                                                     Por Hebe Clementi


Cualquier biografía lleva la impronta insalvable de depender de su biógrafo, tanto o casi, como la autobiografía. Y carga también con el peso de la historia circundante, tanto más en el caso de personajes que han accedido a una figuración social. En el caso de la propuesta de una sumaria biografía de Yrigoyen, estas cuestiones prevalecen desde el vamos y se insertan en una suerte de inseguridad que quizá sea la causa de que las biografías de Hipólito Yrigoyen resulten tan escasas. Por lo mismo se pondera tanto la primera biografía sustancial y abarcativa que aparece sobre Yrigoyen en 1938 de la pluma de Manuel Gálvez, quien aporta un verdadero documento de época, emprendimiento que no ha vuelto a repetirse en esa magnitud. La razón sigue siendo la misma: subsiste la escoria del enfrentamiento con la fuerza omnímoda de los poderosos que fueron sus antecesores y enemigos que, hasta la llegada de Yrigoyen al gobierno, habían configurado los destinos y rumbos del país. Llegado el caso de intentar esta biografía lo cierto es que la multitud de factores adversos conspiran todavía hoy con el diseño inicial. Basta recordar para el caso que la noticia de su muerte en el diario La Prensa está dada en estas líneas: “Ha fallecido el ex comisario de la ciudad de Buenos Aires, que fue dos veces presidente”. Conste que no lo incluimos para culpa de nadie sino para insertar mojones que ayuden a la reflexión de que es casi imposible biografiar a Hipólito Yrigoyen dadas su modalidad reservadísima y su críptica expresión oral, aunque se reconoce la cordialidad de su trato con los más cercanos, sin por ello cancelar la reserva. Sobre su vida privada se sabe bien poco, salvo su adhesión a lecturas filosóficas que fundamentaban su accionar republicano. En nuestra documentación sobre su trayectoria como gobernante está presente la compulsa de los debates parlamentarios y las definiciones que llevan su marca, verdadera escuela de decisiones de buen gobierno. Un fiel radical, el profesor Sobral, un auténtico apóstol del yrigoyenismo de la transcripción fidelísima, ha incluido estos escritos en una cuidadosa serie documental, donde queda a la luz la integridad de Yrigoyen a lo largo de los años de gobierno, cuando un solo periódico, La Epoca, es el vocero del accionar presidencial, mientras los opositores de diverso signo tienen enorme difusión mediática. Ese material parlamentario, explicativo y decisorio a la par, configura un verdadero tránsito a través de la gestión oficial de Yrigoyen. El capítulo final de esta indagación es el famoso quinto memorial a la Corte, último texto que escribe Yrigoyen preso en la isla Martín García, donde es deportado luego de la Revolución de 1930, en el cual recapitula los cargos que se le imputan y defiende su inocencia con tensión dramática y expresiva. Un verdadero colofón de su accionar de vida. De origen modesto, nace en Balvanera en 1852, sobrino de un notorio adalid de la primera oposición política al núcleo bien calificado como Régimen. Estudia abogacía, enseña Filosofía en escuelas secundarias y milita desde muy temprano en una construcción política distinta al cabo de hechos decisivos que alteran el paisaje político del país, como fueron el mitin del Frontón y los sucesos del 90. Alcanza así una nutrida cohorte de adherentes con los que inicia su trayectoria proselitista, que conducirá a la creación del partido radical, consagrado institucionalmente en 1892, cuatro años antes que el preexistente socialismo, constituido en 1896. El crecimiento de esta parcela política se verá concertado por la adhesión de algunas figuras relevantes del pensamiento de entonces, con inclusión de personalidades provinciales. En esta gestión preliminar va sobresaliendo el perfil y la personalidad de Yrigoyen a través de alternativas relacionadas con diferencias de sentidos que él se encarga de propiciar con elocuencia y sistema, que todos le reconocerán en poco tiempo más. Así se lo verá en las contiendas electorales, en la resolución de diferentes políticas en provincias, en el acuerdo con problemas sindicales, y luego del triunfo electoral que lo lleva a la presidencia de la Nación vendrán las decisiones parlamentarias más complejas, en relación con la Primera Guerra Mundial y la no inclusión del país como beligerante, opción resistida por la presión de los dueños del poder y del dinero, exponentes de sectores que aunque han perdido la cúpula del poder siguen representando fuertes intereses estrechamente vinculados con el comercio ultramarino y a la gran producción cerealera y de carnes, imperiosamente necesitada por Gran Bretaña a raíz de la guerra. Esa misma situación crítica lo llevará a decisiones de envergadura frente a los grandes Estados participantes en la Sociedad de las Naciones y a las respectivas tratativas de paz. Al conocer la decisión de que serían los cuatro países más importante los responsables de las medidas cruciales, Yrigoyen ordenará a su predilecto Marcelo T. de Alvear –representante nuestro ante dicho organismo– el retiro inmediato, ante la consternación de todos. Su punto de vista, defendiendo la igualdad, era sin embargo el más justo y más correspondiente a la creación misma de ese concierto-cúpula de naciones. Hubo otros temas también vinculados con la guerra, que fueron objeto de discusiones y comentarios sin fin. Como la decisión de no entrar en guerra como nación beligerante y conciliar con Alemania los costos de algunas pérdidas de naves argentinas mediante importantes resarcimientos, lo cual probaba la inteligencia de no acceder a presiones y por otra parte beneficiar nuestra flota. Explicar la serenidad en la ruta educativa y social trazada desde el gobierno lleva a la doctrina generada en el krausismo y asumida por el yrigoyenismo, tal como la enseñara Yrigoyen en sus clases de filosofía o la impartiera a sus seguidores en las prácticas políticas. El bien común, la espiritualidad, el raciocinio y una creencia férrea en la libertad individual aplicada al accionar humano son constantes que iluminan la actividad política y garantizan las ventajas de la educación para todos, sin excluir a la mujer. Al parecer, Yrigoyen llevaba consigo como libro de cabecera una síntesis de las premisas krausistas, que impregnaron al radicalismo doctrinario, como primer acceso a la democracia totalizadora y legítima. Era la hora de la espiritualidad, que contrasta con la hora que anuncia el poeta Leopoldo Lugones hacia 1924 en Lima, con motivo del centenario de la batalla de Ayacucho: La hora de la espada ha llegado, que se traduce en la denostación de la democracia política y la elección de la fuerza militar, el orden y la sumisión a una idea patriótica: “…pacifismo, colectivismo, democracia, son sinónimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado. Considero mejor a los militares que a los políticos y deseo con imparcialidad el gobierno de los mejores”. Eran las mismas bases seguidas por la Logia San Martín, organización secreta y paralela a la jerarquía del ejército, que comenzó su actividad tomando el control de la Comisión Directiva del Círculo Militar y desde allí presionó sobre el Ministerio de Guerra del gobierno de Yrigoyen, procurando desplazar a los oficiales que tuvieran actividad política en el gobierno. Hipólito Yrigoyen no se deja influenciar por manifestaciones revisionistas de un pasado real o ficticio, pero pasado. Lo inspira la construcción de una sociedad republicana, sin excluidos y con libertades, que pueda mantener los frutos y principios de una trayectoria liberadora y atenta a la justicia. Yrigoyen está alerta y en su mensaje-discurso del 7 de diciembre de 1929, al Senado de la Nación, señala su vigilia en la protección de los bienes de la Patria: “El país ha acumulado más experiencia sobre el manejo desordenado e imprevisor de las riquezas naturales que forman parte del patrimonio del Estado. Baste recordar lo acontecido con la tierra pública, cuya historia desastrosa mantiene una acusación ilevantable sobre los gobiernos del pasado y que fuera enajenada a precios viles, sin plan ni concierto, sustrayéndola a sus convenientes destinos económicos para hacerla servir de base a los extraordinarios enriquecimientos privados que se obtuvieron a expensas de la fortuna nacional, para sentir la aspiración fervorosa y el propósito inquebrantable de que no sea igualmente malograda la segunda gran riqueza con que los mandatos de la Divina Providencia han querido favorecer a nuestra tierra privilegiada”. Palabras cuya actualidad no necesitamos recalcar. La reclamación es específica, se trata de que el Senado sancione proyectos ya aceptados por la Cámara de Diputados respecto “al dominio y explotación exclusiva por el Estado de los yacimientos de petróleo e hidrocarburos fluidos, existentes en el territorio de la Nación”. Fue Yrigoyen quien encomendó al general Mosconi la tarea de organizar la explotación del petróleo en Comodoro Rivadavia...y de paso, recordemos que se dijo y se probó en fuentes documentales, que el golpe que derrocó a Yrigoyen en 1930 tuvo olor a petróleo... La multitud que acompañó los restos a su muerte fue testimonio inusitado de la buena memoria de un pueblo ante un líder querido, y la historia serena y bien documentada ratifica su mesura y su estro político en el camino de la reparación de errores y la provisión de medidas adecuadas. El respeto al otro y la mesura fueron también atributos sin mengua. La reivindicación integral todavía sigue siendo cuestión de limpieza de intenciones y desbrozamiento de acusaciones ilegítimas. La estatua tardía que mira sobre la Av. Córdoba de espaldas a Tribunales, está lejos de ser la estatua y el lugar que le corresponde.

martes, 5 de noviembre de 2013

ARGENTINA- ISRAEL: LAS RELACIONES EN LA ERA PERONISTA 1946-1955

Juan Domingo Perón y Franklin Lucero.



Por José María Di Giorno



El ascenso del general Juan Domingo Perón a la Presidencia de la Nación, coincidió, entre otros acontecimientos de un  mundo convulsionado y arrasado por la Segunda Guerra Mundial, con la creación del estado de Israel, luego de largos y violentos sucesos. En todo el mundo se sucedieron acalorados debates y polémicas alternativas, no escapando nuestro país a las mismas.
Perón, surgido de una generación militar que había abrevado sus principios en los fuertes movimientos nacionalistas de Europa, representaba, para muchos, un estorbo para la visión y definición de las posturas que debían adoptarse, inquietud que era trasmitida por políticos y medios de comunicación, sumando a ello algunos recelos por parte de la comunidad judía en la Argentina.
Por otro lado, sectores minoritarios que se habían identificado con el derrotado nazismo, veían en Perón, a través de las medias que tomara, y que detallamos más abajo, una claudicación de lo que ellos consideraban “su” nacionalismo. La comunidad judía no escaparía a la nueva dicotomía que se había instalado a partir del 17 de octubre de 1945, entre los que empezaban a engrosar las filas del naciente peronismo y aquellos que se aferraban a viejas expresiones liberales o del marxismo.
Es por ello que vamos a encontrar a la sociedad, que incluía a los argentinos descendientes de israelitas, dividida en ambos polos. Mucho se ha escrito, investigado y adjetivado sobre el tema, razón por la cual, trascribimos y narramos los hechos y acontecimientos más importantes ocurridos en el período 1946-1955 en las relaciones entre Israel y la Argentina, soslayando juicios de valor, a fin de que cada lector pueda, con datos de la historia científica hacer su propia interpretación de lo sucedido.
En consecuencia, y a nuestro entender, el gobierno de Perón, logró a través de estas medidas y oportunidades brindadas a la comunidad judía, lo que también definió cada uno de sus actos con todos los sectores religiosos, culturales, sociales y raciales, dándoles a todos y cada uno la alternativa de sumarse a la nueva política que se iniciaba en el país, y que sería la alternativa válida para su desarrollo y consolidación de su independencia policía y económica.
La integración total, en lo que definiera como “la comunidad organizada” presentaba el camino para la unidad nacional. Las relaciones  entre Israel y la Argentina durante sus dos gobiernos y que detallamos, estaba pues, en total concordancia con estos principios.

Día 29 Junio de 1947: En el Luna Park es inaugurado oficialmente la Primera Conferencia Latinoamericana del Congreso Judío Mundial, con la presencia del doctor Nachum Goldman, miembro de la Conferencia Judía y Presidente del Congreso Mundial, asistiendo representantes de las instituciones y organizaciones de la colectividad de nuestro país y de países latinoamericanos.
El presidente de la Asociación Israelita Argentina expresó en su discurso inaugural: La República Argentina no solamente ha abolido para sus habitantes las prerrogativas de sangre y otros fueros nobiliarios, sino que ha reconocido solo dos dignidades: la de la honestidad y la del trabajo, en beneficio de todo el conglomerado social”.

Día 20 agosto de 1948: Perón y su esposa inauguran la sede de la Organización Israelita Argentina, cuyos integrantes simpatizaban con el movimiento peronista, sita en la avenida Corrientes 2025, en la ciudad de Buenos Aires.
El presidente de la OIA, Sujer Matraj dijo entonces: “Perón no es solo el celoso gestor de nuestra soberanía política sino también el gobernante que en un mundo dominado por la intolerancias supo levantar en la  Argentina la antorcha de la consideración y del respeto hacia todas las colectividades que  integran la nación, alejando de esta tierra el fantasma de la persecución y de la intolerancia”.
Perón en el acto manifestó: “son buenos argentinos cualquiera sea su raza o religión, si diariamente laboran por la grandeza de la Nación”.
En ese año se crea “Nueva Sión”; la Cámara de Comercio Argentino-Israelí y el Instituto Judeo- Argentino de Cultura e Información, presidido por Simón Mirelman; y el rabino Amran Blue es designado asesor presidencial en temas religiosos y ocupa una cátedra en la Facultad de Filosofía y Letras.

Día 14 febrero de 1949: Reconocimiento de la Argentina al Estado de Israel.
Por decreto N° 3668 el Poder Ejecutivo nacional de acuerdo al artículo 1° del mismo “reconocía al Estado de Israel como Estado Soberano”.
El día 17 se realiza una ceremonia pública, celebratoria del reconocimiento argentino, que tuvo lugar en la sede de la Oficialía de Enlace (de Israel), situada en la calle Larrea 744, donde se enarbolaron junto a la bandera nacional, la bandera israelí. Hoy tiene su sede la Fundación Congreso Mundial Judío.
Carlos Moises Grünberg fue el primer Representante del Estado de Israel ante el gobierno argentino, designado en 1948 por la Cancillería de Israel, siendo el primero en izar la bandera de su país en  Buenos Aires. Con la llegada del primer Embajador, Jacobo Tzur, fue designado Consejero honorario de esa representación.(ver día 30 de mayo de 1949).
Grünberg había nacido en Buenos Aires, hijo de  una familia de inmigrantes, fue hombre de letras y la cultura, allegado al grupo Florida y la revista Martín  Fierro, encontrándose con su coetáneo César Tiempo, quien decía: “Si algún mérito me cabe- decía César Tiempo- es haber descubierto con Carlos a las gentes judías y su ámbito en nuestro país, y que sin dejar el ghetto  tras  nuestro- un ghetto metafísico, entiéndase bien-, lo llevamos con nosotros, sin desfallecimientos ni concesiones, hacia los anchos horizontes, hacia las colinas azules, hacia la vida hervorosa, que está de espaldas a los muros y a las miserias que pugnaban por aprisionarlo”.

Día 30 mayo de 1949: Relaciones diplomáticas y consulares con el Estado de Israel, que quedan formalizadas a partir de esa fecha., en ceremonia que cuenta con la presencia del ministro  Dr. Atilio Bramuglia y el representante de Israel en nuestro país, Carlos Moisés Grunberg. (ver día 14 de febrero de 1949), y poco después se abriría en Tel Aviv, la primera representación diplomática latinoamericana en ese país.
La Argentina apoya el ingreso de Israel a la ONU

Año 1950: se inaugura el Cementerio Israelita de la Tablada.

Día 9 abril de 1951: Golda Meir visita la Argentina.
La entonces Ministra de Obras Públicas de Israel, quien luego fuera Ministra de Relaciones Exteriores de ese país entre los años 1956 y 1996, y, quien al imponerse en las elecciones de 1969 fuera electa Primer Ministro, visita la Argentina, entrevistándose con Eva Perón, ocasión en que agradece la ayuda recibida de la Fundación Ayuda Social al naciente Estado de Israel, concretando 17 embarques  con alimentos, mantas y ropa.

Día 3 agosto de 1951: Perón, junto a su esposa confieren la Orden del Mérito al embajador de nuestro país ante el gobierno de Israel, Pablo Manguel, en un acto con la presencia de la colectividad israelita desarrollado en Les Ambassadeur.
En el mismo se anuncia que otra imposición similar será entregada al primer presidente de Israel Jaim Weitzman, quien visita Buenos Aires.
Weitzman, bioquímico, profesor de las universidades de Suiza e Inglaterra, militante de la organización sionista durante las dos guerras mundiales, resultó electo en reconocimiento a su labor de casi cinco décadas en los preparativos del establecimiento del estado judío.
Año 1952: Se firmaba un Acuerdo Cultural entre Argentina e Israel, la formación del Instituto de Intercambio Cultural Argentino Israelí (IICAI), creándose el curso de estudios hebraicos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Día 7 de 1953: Primera Muestra del Libro Hebreo, organizada por el Instituto  Argentino-Israelí es inaugurada en el Salón de la calle Florida 530, con   la exhibición  de 600 ejemplares, que incluye libros sobre los más diversos temas, desde filosofía y religión hasta literatura contemporánea.
Abrieron la muestra el agregado cultural de la representación de Israel, Mordechai Avidá y el agregado de prensa. La muestra permanece abierta hasta el día 30.
El día 27 de ese mismo mes El Instituto Argentino-israelí abre su propia sede en la calle Montevideo 942, fecha en que se suscribe entre ambos países un Acuerdo de Intercambio Cultural.

Día 16 agosto de 1953: Se constituye la Confederación General EconómicaCGE -, creada por el empresario José Ber Gelbard, quien fue su presidente. Incluía en su estructura tres Confederaciones de la producción: del agro, industria y comercio, que representaban las hoy denominadas PyMEs.
En 1955 ya agrupaba a más de 1.700 entidades de primer grado, que agrupaban a 600.000 empresarios en todo el país. El 30 de diciembre de ese año, fue disuelta por el gobierno de facto.
En 1951 el gobierno nacional propuso la integración de las centrales empresarias CAPIC, UIA y CEA (Confederación Económico Argentina), integrando una comisión de orden nacional. A fines de ese año se  se formaron tres confederaciones: Confederación General de Industria (CGI), de Comercio (CGC) y de la Producción (CGP), que formaran finalmente la CGE.
En 1962 la CGE retoma su actividad y es en 1973, cuando el general Perón ofrece a Gelbard el Ministerio de Economía, con la idea de llevar adelante el Pacto Social, herramienta fundamental para el diálogo con los sectores productivos y del trabajo, de singular importancia en la vida institucional para la economía argentina.

Día 4 de enero de 1955: En Tel Aviv, el Gran Rabino de la Argentina Dr. Amram Blum se refirió a la vida religiosa de la comunidad judía residente en la Argentina y destacó particularmente la decisión del presidente Perón al establecer una Cátedra de Estudios Judíos en la Universidad de Buenos Aires.

Día 26 enero de 1955: La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) informó que en la fecha se inició en Israel la plantación del Bosque Presidente Perón, en la colinas de Judea al oeste de Jerusalén,  “con lo cual se convierte en realidad una hermosa iniciativa de la colectividad judía de nuestro país para rendir al primer magistrado un homenaje tan delicado y significativo, de reconocimiento por su acción antidiscriminatoria y el apoyo y comprensión hacia Israel”.
El primer árbol fue plantado por el primer ministro Sr. Moche Sharett, y se leyó un mensaje del presidente israelita Sr. Isaac Ben-Zvi.
Ben-Zvi fue el segundo presidente del Estado de Israel, líder del partido Laborista, que asumiera el 8 de diciembre de 1952, ejerciendo por dos períodos completos, y fue reelecto para un tercero.

Día 12 abril de 1955: Presenta sus credenciales el embajador de Israel Dr. León Kubovy por haber sido elevada dicha representación al nuevo rango. La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas expresó su satisfacción y manifestó su júbilo por este acto,  que “contribuirá a aproximar aún más a los pueblos”.


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