jueves, 6 de febrero de 2014

CRÓNICAS DEL HOTEL DE INMIGRANTES

Hotel de Inmigrantes.


Por Magdalena Insausti *



Gobernar es poblar

El propósito de construir un alojamiento para los inmigrantes data de la llegada misma de la inmigración; pero la urgencia por llevarlo a cabo se hizo evidente en 1873, cuando el cólera asoló Buenos Aires.

Declarada la epidemia, le tocó en suerte a Guillermo Wilcken, ‑encargado de inmigración‑, ocuparse de conseguir un sitio donde ubicar a los inmigrantes que llegaban en cantidad, ya que, como él mismo advirtió en su carta al ministro Frías, "el cólera que, declarándose en el centro del municipio, causó la alarma que tantas y tan peligrosas preocupaciones engendró contra la inmigración, a la cual se pretendía hacer responsable de la epidemia”. (1)

En ese contexto, conseguir un lugar para los inmigrantes no era un asunto fácil. Los pocos propietarios que poseían grandes edificios, se negaban a alquilarlos, y los únicos disponibles ya habían sido destinados a lazaretos por la municipalidad.

Resuelta la contingencia, Wilcken planteó al ministro la necesidad de llevar a cabo la construcción de un complejo u hotel que contara con desembarcadero, hospital, dormitorios, oficina de trabajo y un sistema según el cual los inmigrantes pasaran sin transición, del hotel al vagón del ferrocarril que los llevaría a su destino.

Se trataba "nada menos que de construir el establecimiento destinado a atraer, modelar, preparar y entregar al país, la población que espera para elevarse al nivel de las naciones más florecientes”. (z) Un edificio de inmigración que ordenara y regulara la llegada de inmigrantes, desde el momento del desembarco.

El conjunto incluiría un edificio de dirección desde el cual se llevaría adelante la planificación, el análisis estadístico, la ejecución de las políticas migratorias, y un método de propaganda para atraer a la inmigración europea.

Como se ve, ya no se trataba sólo de la asistencia social al inmigrante. Para Wilcken, la construcción del hotel era fundamentalmente un asunto político.

Pero el edificio pensado por él debía ser, también, conceptualmente construido. Propuso, como primera medida, suplantar la palabra asilo, asimilada al alojamiento de inmigrantes, por "Hotel de Inmigración", "Departamento de Inmigración", o "Centro de Inmigración. El término asilo, afirmaba, "es impropio; bueno para un establecimiento de mendigos, implica una idea depresiva, aplicado al edificio que va a construirse para el servicio de los colosales intereses de la inmigración. Lo que entre nosotros se llama Asilo, en Nueva York es conocido con el nombre de "Castle Garden", jardín del Castillo, nombre que, si nada tiene de significativo, nada tiene tampoco de depresivo". (3)

Debía tratarse, en consecuencia, de una construcción capaz de llamar la atención en Europa, debía ser un reflejo de lo que la nación podía ofrecer a los que quisieran emigrar. Por ello, ‑aseguraba Wilcken‑,debería ser monumental, "más grandioso, si cabe, que el del Banco Provincial, construido con los adelantos del arte, dotando a sus oficinas de todo lo que contribuya a desarrollar el elevado y político pensamiento que entraña el axioma constitucional "poblar es gobernar". (4)

La vergüenza pública

Desde 1890, y durante dos décadas, mientras se resolvía el tema de la construcción del hotel, el antiguo panorama de Retiro, un edificio de forma octogonal, recubierto de madera, de aspecto tétrico, sirvió provisoriamente como asilo de inmigrantes.

El edificio, decía J. Rusiñol, "visto de afuera, no se sabe lo que es, pero da frío. Redondo como un circo de tablones, de color de barco abandonado, teniendo por fondo las grúas de los muelles... lo mismo parece una inmensa boya que un cinematógrafo arruinado. Adentro del edificio hay un patio cuadrado y otro más chico, uno rodeado de los comedores y otro de los dormitorios. Hemos visto muchos patios de miseria, pero como aquel, tan frío, tan simétrico... no hemos visto otro.

Aquí, en este edificio, descargan los barcos todo lo que Europa no puede mantener, lo que arrojan las inundaciones, lo que se salva de los terremotos, lo que abandonan los mares, lo que escupen los gobiernos y lo que huye de las revoluciones, todo lo que cae buscando las aguas del trabajo para salvarse de la miseria". (5)

Durante el período en que funcionó la Rotonda, paradójicamente, Buenos Aires se transformaba en un deslumbrante escenario que hablaba de la pujanza y la aspiración de una generación argentina. La ciudad comenzaba a perfilarse como la metrópoli poderosa que se mostraría al mundo. Lo que se construyó en esa época fue sencillamente colosal. Buenos Aires era, sin lugar a dudas, una ciudad majestuosa, aún para los europeos.

"Hay que ver aquellas caras que miran con asombro los adelantos edilicios de nuestra ciudad, que en su mayoría, seguramente, ni en sueños la imaginaron como realmente es”. (6)

Este paisaje de progreso, naturalmente, no admitía la vecindad de un asilo para inmigrantes. La vergüenza que su presencia provocaba en la sociedad era unánime. La prensa se hizo eco del repudio general.

Hubo críticas de todas clases. Algunas, las más moderadas, puntualizaban "la urgente necesidad que hay de buscar un local más apropiado para recibir dignamente a esos millares de obreros y agricultores que acuden a nuestro suelo, atraídos por el trabajo remunerador que aquí encuentran". (7)

Otros periodistas se ocuparon del sentir de los inmigrantes, alojados allí "sin comodidades ni higiene, en una confusión lamentable que hacía perder al que llegaba toda esperanza de prosperidad". (8)

Pero el recuerdo del cólera asociado a la inmigración había quedado en la memoria colectiva. "Francamente, ‑escribe un periodista‑, y sin querer hacer crítica rebuscada, aquello no puede continuar por mucho tiempo como hasta ahora, y aún por la misma salud de la población, que el día menos pensado se va a dar cuenta del posible foco de enfermedades que tiene en parte tan central; deben adoptarse medidas en tal sentido". (9)

"La mayor parte de la construcción es de madera y sumamente vieja; las sucesivas cepas de pintura con que se ha querido remozar no han cambiado mayormente, resultando que, aunque la limpieza interna se haga con prolijidad, siempre queda en mal estado. Y como si esto no fuera bastante, en las proximidades del edificio hay lagunas de aguas descompuestas que son una amenaza constante”. (10)

No faltó, tampoco, el toque de humor. En un extenso artículo sobre inmigración, el epígrafe de una foto del asilo dice "Ya llegará en que esto desaparecerá. Este no es verso: es una vergüenza edilicia”. (11)

Casi un siglo más tarde, en su historia del tango, Horacio Ferrer, al encarar la descripción de la ciudad de principios de siglo, no puede eludir el asilo de inmigrantes. El Hotel de Inmigrantes, dice, "esta allá abajo. En el barrancón de Retiro, sobre el río. ¿Hotel? ¿Llamar hotel a esa pajarera feroz? Eso es un hormiguero a donde van a parar con su documento y su atado de ropas los que recién desembarcan y aún no tienen conventillo conseguido”. (12)

Manos a la obra

Pasaron más de dos décadas hasta que, finalmente, en 1889, el Ejecutivo autorizó la construcción del hotel, cuyas obras comenzaron recién en 1906.

El edificio pensado por Wilcken, iba a ser llevado a ca­bo durante la gestión de otro director de inmigración, Juan A. Alsina. Su larga permanencia en el cargo ‑veinte años‑, además de permitirle orientar una política de largo alcance, también hizo posible la prosecución de las obras arquitectónicas.

El conjunto Hotel de Inmigrantes, concebido como una ciudadela, comprendía una serie de construcciones o pabellones dispuestos alrededor de una plaza central, rodeados por un muro de concreto que cada tanto alternaba con tramos de rejas de hierro pintadas de negro, en contraste con el riguroso blanco general. La superficie abarcaba 27.000 m2.

Naturalmente, el hotel se levantaría a orillas del río, en un sitio bastante aislado de la ciudad. A lo largo de la costa el desembarcadero, sobre el frente la dirección y oficinas de trabajo, a continuación el hospital y los lavaderos, y cerrando el perímetro, el edificio de los dormitorios y el comedor.

Este último, que se diferenciaba notablemente del resto por su volumen y diseño, adquirió, con el tiempo, el nombre aplicado al conjunto: Hotel de Inmigrantes, que conserva en la actualidad.

Perpendicular al desembarcadero, una avenida central unía los distintos pabellones con los jardines, y jerarquizaba la perspectiva entre el río y la estación del ferrocarril, que distribuía a los inmigrantes hacia el interior.

Las obras se ejecutaron según la urgencia operativa. Por ello, lo primero en construirse fue el desembarcadero, que era el sitio en el cual se llevaba registro y control de la llegada de inmigrantes.

Vale recordar que mientras duró la construcción del nuevo hotel, los inmigrantes, una vez desembarcados, iban caminando hasta el asilo de la Rotonda, donde pernoctaban.

En 1907, con la inauguración del desembarcadero, la prensa dio cuenta, una vez más, de la importancia que tiene el hotel en cuanto a la imagen del país, ya que "es como si dijéramos el vestíbulo de la nueva patria que los espera [...] su aspecto no debe rechazar, debe atraer. No debe auspiciar dolores y miserias, debe augurar futuras prosperidades”.

Por ello, concluye el cronista, "los diversos cuerpos de este verdadero palacio para pobres, serán construidos todos en cemento armado, estando las instalaciones de luz eléctrica y el sistema de cloacas a la altura de los mejores edificios de su índole”. (13)

Para octubre de 1910, el Hotel de Inmigrantes estaba prácticamente concluido. Sólo faltaban los pabellones de dormitorios y comedor. Pero con el triunfo electoral de Roque Sáenz Peña, Alsina deberá alejarse del cargo.

El 30 de ese mes, la revista El Hogar publicó un extenso y almibarado artículo destinado a exaltar su figura, "verdadero estadista, libre de prejuicios", pero, concluía, "es lástima que hombres tan útiles al país tengan que abandonar sus puestos, donde su laboriosidad e inteligencia se exteriorizan en tal forma, por los incidentes de la política". No obstante, advertía el cronista, "la obra del doctor Alsina quedará en la historia de nuestra administración como un precioso documento de cuanto puede el esfuerzo perseverante, la inteligencia y la buena voluntad, puestos al servicio de los bien entendidos intereses del país". (14)


Una noche inolvidable

A Juan Alsina le sucedió José Guerrico. Las primeras medidas que tomó, referidas al hotel fueron: rescindir el contrato con la empresa constructora Udina y Mosca y encomendarle el proyecto al arquitecto Juan Kronfuss, modificándolo de manera de reunir en un solo edificio los pabellones de dormitorios y comedor. Luego, inaugurar oficialmente el Hotel de Inmigrantes.

Estos cambios, contaron, naturalmente, con la anuencia de Roque Sáenz Peña, quien visitó el hotel. La revista Caras y Caretas registró el hecho desde una perspectiva bastante mordaz. "Es tan profunda en el doctor Sáenz Peña la afición a los viajes, ‑escribe el cronista‑, que necesita estar siempre en sitios que le recuerden sus muchas travesías oceánicas. Es así que presta toda su atención al Hotel de Inmigrantes velando, como buen jefe de estado, por el bienestar de todos los viajeros, aunque sean de tercera clase...” (15)

Con respecto a Guerrico, el periodista no fue más benévolo. Refirió que "en dicha ocasión los miembros de la comitiva notaron con cuanta dificultad el señor Guerrico seguía los pasos de su huésped. Opinaban la mayor parte de ellos, al comparar las piernas del uno con las del otro, que aquél era un caso clavado de handicap. El señor Guerrico no debía ser puesto en la obligación de llegar a la raya al mismo tiempo que el doctor Sáenz Peña, que es mucho más velero”. (16)

Pocos días después de la visita, el 26 de enero de 1911, Guerrico ofreció una gran fiesta, a la que asistieron Sáenz Peña, sus ministros, el clero, diplomáticos, en fin, lo más engalanado de la sociedad.

Como cabe imaginar, la fiesta del Hotel de Inmigrantes hizo las delicias de la prensa social.

La celebración se llevó a cabo al anochecer. En el edificio de la dirección, adornado con plantas, banderas y escudos, se alojaron los ministros y el cuerpo diplomático, para esperar la llegada del presidente Sáenz Peña.

Los jardines y galerías fueron profusamente adornados e iluminados. Sobre las cornisas de los edificios se habían colocado macetas de flores. "El aspecto de toda la casa ‑relata un cronista‑, era de indescriptible alegría”. (17)

En uno de los pabellones estaban alineadas las mesas del comedor de los inmigrantes, dispuestas para el lunch, cuyos mármoles blancos resplandecían a la luz de los focos.

Con la llegada del presidente, las bandas de policía y municipal ejecutaron la marcha de Ituzaingó, y a continuación el arzobispo bendijo los edificios. Terminado este acto, la comitiva se dirigió al salón destinado para la fiesta, y allí se cantó el himno nacional y se pronunciaron los discursos. En el suyo, Guerrico aludió a la construcción faltante, la que estaría terminada en seis meses.

Luego, la comitiva caminó hacia el desembarcadero, donde se hallaba amarrado el vapor "Arcona", adornado con banderas argentinas e italianas.

Una vez el presidente a bordo, la oficialidad hizo los honores y el brindis correspondiente. A continuación, se realizó un paseo por los jardines.

Las señoras, vestidas de gala, acompañaban la procesión. A la ida, advertía un periodista, "el presidente de la República daba el brazo a la señora Laura Carlés de Guerrico; el vicepresidente iba con la señora Lola Goñi de Güiraldes y el gobernador de la provincia acompañaba a la esposa del ministro de agricultura, señora Josefa C. Mayer de Lobos". Pero al bajar del barco, ya en los jardines, proseguía el periodista, "el doctor Sáenz Peña iba con la señora Teresa de Urquiza de Sáenz Valiente, el general Arias con la señora de Lobos, el ministro de marina con la señora Laura Carlés de Guernco, el doctor Plaza con la señora de Ortega, y el capitán de fragata Malbrán con la señora de Urquiza de Sáenz Valiente" (18).

La ciudadanía también fue invitada. Para atenderla, las empresas de ferrocarriles enviaron tres coches‑restaurantes con su correspondiente servicio. Los tres vagones, repletos de gente, se habían enganchado a una máquina del ferrocarril del puerto de Buenos Aires, cubierta de banderas y escudos argentinos.

A las 11 de la noche comenzaron los fuegos artificiales, y una hora más tarde apareció, entre dos vigas metálicas, un cartel formado con bombillas eléctricas que decía "Buenas Noches", dando por terminada la fiesta.

La celebración, naturalmente, tuvo amplia repercusión social y periodística, y algunos párrafos referidos al pabellón por construirse: "Ese edificio, cuyos planos están terminados, será de cuatro pisos, y su estilo será como el de los hoteles de Niza", (19) o "en la gran plaza que aparece en uno de nuestros grabados, se levantará el verdadero hotel, edificio de cinco pisos en el que se establecerán los dormitorios para seis mil camas". (20)

Un hotel con estilo


La idea de que el hotel era un palacio para pobres, pareciera haber estado generalizada entre la prensa. La casa, escribió un cronista a pocos días de la inauguración, "de lo mejor del mundo en su género, tiene tan excelentes condiciones que muchos de los que en ella se alojan sentirían tenerla que dejar" (21).

Una caricatura del mismo año que mostraba la transición del inmigrante, del hotel al conventillo, expresaba la distancia que existía entre la superabundancia nacional, de la cual valía la pena jactarse, y la paupérrima realidad del inmigrante. "Pero llega la hora de abandonar el hotel ‑dice la caricatura‑, para instalarse en la vivienda costeada con sus modestos recursos. ¡Se acabaron los menús exquisitos y las mesas paquetonas". (22)

En 1913, cuando el hotel funcionaba a pleno, la revista Caras y Caretas publicó un curioso artículo, con moraleja. El argumento giraba, naturalmente, en torno al mito de hacer la América. Para ello, el periodista se valía de una visita al hotel, la cual "proporciona siempre al espíritu ocasiones de meditación", aclaraba. "Si bien es verdad que en ese hotel no huele todo a rosas, y si es verdad, asimismo, que ciertas escenas de miseria no son muy gratas a la vista [...] los poderosos de hoy deberían visitar el hotel de inmigrantes, con objeto de abatir el demonio de la soberbia”. En lo que concierne al estado, observaba el periodista que "la providencia funcionaria les provee (a los inmigrantes) de suculenta sopa, de muelles camas", mientras ellos "pasean por los pabellones, por los jardines del vasto establecimiento en una ociosidad de bestias”. A continuación, el cronista advertía que el ocio de los inmigrantes preludiaba el trabajo, "el sudor, el polvo, la fatiga... Pero tambien acaso la fortuna”. (23)

Los servicios del hotel comprendían el alojamiento gratuito por cinco días, que eventualmente podía extenderse hasta que el inmigrante encontrara trabajo; la atención médica en el hospital a los que así la requerían, la oficina de trabajo, que se ocupaba de conseguirles empleo y de trasladarlos al interior, cursos y conferencias nocturnas acerca de las bondades del país, aprendizaje de maquinaria agrícola y de uso doméstico para las mujeres, y, por último, una oficina de interpretes.

El hotel tuvo, también, su propia agencia de prensa encargada de atraer a la inmigración, y, por supuesto, de promocionar sus actividades. Ya en épocas de Alsina, en las "Memorias" que la dirección confeccionaba anualmente, las ilustraciones contribuían a enriquecer los informes. Durante la gestión del director Manuel Gigorraga, sucesor de José Guerrico, las "Memorias" incluyeron una serie fotográfica de los servicios del hotel. Las mismas fotos, compuestas en álbumes, se obsequiaron a funcionarios del país y del exterior (24). Las fotos muestran cada una de las reparticiones del hotel, incluyendo el transporte de los equipajes en el momento en que los inmigrantes se iban de él.

En cuanto a la oficina de intérpretes, la revista P.B.T. ofreció su propia versión del asunto, en un artículo que denominó "el polígloto de la inmigración".

Tal vez movidos por la propaganda oficial, los periodistas se trasladaron al hotel a corroborar los servicios que prestaba. Allí resultó que la oficina de intérpretes se resumía en la persona de un muchacho, llamado Martín que, a duras penas, con más voluntad que escuela, lograba descifrar los misterios del ruso, polaco, búlgaro, sirio o rumano, según el caso. Para ello, Martín anotaba las palabras "tal como las escuchaba", en un cuaderno cuya fotografía integra el artículo. Así, por ejemplo, fader=padre, mader=madre, etc.

Pero, salvo indiscreciones como esta, la prensa coincidía con la información oficial, cuando no la condimentaba con exageraciones de cosecha propia.

En vísperas del declive que la crisis del 30' habría de causar a la inmigración, La Vida Moderna, editaba un extenso artículo "Cómo recibimos y tratamos a los inmigrantes".

Comenzaba el cronista afirmando que pocos países podían ser tan cordiales y hospitalarios para con el extranjero como el nuestro. "Desde que pisa el umbral de esta casa confortable y simpática, en el ánimo del inmigrante, por torpe que éste sea, una verdad irrecusable se le prende: nuestra generosidad”.

"Desde los comedores espaciosos y ventilados, ‑continuaba la nota‑, hasta la panadería, todo allí es blanco, de una blancura brillante. Las paredes, las mesas, los bancos, la cocina, los corredores, todo sin excepción. Da la sensación de una clara y luminosa sonrisa este hotel respaldado en el puerto cordial y accesible como un antiguo señor feudal”.

Terminaba diciendo: "Visión de patria en el cielo, cordialidad y amparo en la tierra... Francamente, es un orgullo ser argentina”. (25)

Tiempos difíciles

Durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial el saldo migratorio fue negativo, esto significa que no sólo no llegaban inmigrantes, sino que muchos volvieron a Europa a tomar parte en la lucha.

Por su parte, las autoridades de inmigración reforzaron las medidas con respecto al ingreso de refugiados o inmigrantes de la posguerra. Estas previsiones respondían a la consideración de que el fin del conflicto dejaría millones de personas física y mentalmente enfermas, sumidas en la miseria más absoluta, boyando por un continente devastado. Esta gente, por lo tanto, buscaría refugio en otros países donde pudiera subsistir. Uno de ellos sería, sin lugar a dudas, la Argentina.

Si bien la ley prohibía el ingreso de dementes, presidiarios y mendigos, no existía, en la práctica, forma de constatar, con total certidumbre, si la gente que entraba al país se hallaba en alguna de estas situaciones, ya que estos datos no se consignaban en ninguna documentación al momento del embarque. Por ello, a criterio del director de inmigración Gigorraga, era indispensable el dictado de un decreto que obligara a los inmigrantes a presentar un certificado de las autoridades judiciales de su país de origen, en el que constara que no habían estado bajo la acción de la justicia por delitos contra el orden social durante los diez años anteriores a su llegada, o por delitos que hubieran dado lugar a penas infamantes, ni padecido enajenación mental ni ejercido mendicidad.

Asimismo, el retrato del inmigrante debería estar adherido a su pasaporte, y este sellado por la autoridad que lo expidiera. Mediante el consiguiente decreto, estas medidas entraron en vigor durante el año 1916.

Los conflictos sociales que tuvieron lugar entre 1919 y 1921 (Semana Trágica y Huelgas de la Patagonia), y la ola de delincuencia que se extendió por el país desde la década del 20', con bandas como las de Chicho Grande y Chicho Chico, secuestros extorsivos, o la existencia de organizaciones dedicadas al tráfico de mujeres como la Zwi Migdal, obligaron, por otra parte, al recrudecimiento de las medidas restrictivas de ingreso al país.

A partir del año 1923, y de acuerdo con lo resuelto en la circular telegráfica 192 del Ministerio de Relaciones Exteriores, los cónsules no pudieron conceder más permisos de embarque para la república. Esto significaba que debían limitarse, únicamente, a visar los documentos de aquellas personas que reunieran todos los requisitos exigidos por dicha circular. Uno sólo que faltaba, y el cónsul no visaba los demás, ya que el pasajero, en esas condiciones, no sería aceptado en el puerto de Buenos Aires.

Vale la pena la enumeración de los documentos exigidos:

* 1‑ Libreta de enrolamiento para los argentinos nativos, mayores de 18 años.

* 2‑ Carta de ciudadanía o libreta de enrolamiento de los extranjeros naturalizados argentinos, acompañadas del certificado de buena conducta anterior, en seis meses, a lo menos, del día del embarque.

* 3‑ Cédula de identidad, cuando hubiere sido otorgada a los argentinos nativos.

*4‑ Cédula argentina de identidad de extranjeros residentes en el país, que acreditara una residencia en el país de más de cinco años, y acompañada por un certificado de buena conducta, expedido como máximo seis meses antes del día a ser utilizado.

*5‑ Pasaporte argentino expedido por la policía de Buenos Aires, debidamente legalizado. En el caso de extranjeros residentes, el pasaporte que otorga el consulado de su nación.

*6‑ Partida de nacimiento o la libreta de casamiento argentina, que presentaban las mujeres o los menores de 18 años, acompañadas de una fotografió sellada por la Dirección General de Inmigración.

*7‑ Permisos especiales o credenciales de desembarco expedidos por la Dirección General de Inmigración, a los que los cónsules debían agregar, en el momento de visarlos para el embarque, las fotografías de los interesados, selladas oficialmente.

*8‑ Pasaportes oficiales del país de nacimiento, con fotografía a los extranjeros que se embarquen para un puerto argentino.

*9‑ Certificados de las autoridades judiciales o policiales del país en que se haya expedido el pasaporte, que acrediten que el poseedor de este no ha sufrido condena por delitos comunes que merezcan pena corporal, y que no ha estado bajo la acción de la justicia por delitos contra el orden social en los cinco años anteriores a su embarco.

*10‑ Pasaportes expedidos en un país que no sea el de nacimiento del pasajero, en cuyo caso deberán estar acompañados de un certificado judicial o policial, que acredite que esa persona ha residido desde tal a tal fecha en dicho país.

*11‑ Certificado policial o comunal, que acredite que el pasajero no padece enfermedades físicas o mentales que disminuyan su capacidad para el trabajo.

*12‑ Certificado policial o comunal que acredite que el pasajero no ha ejercido la mendicidad.

*13‑ Ficha consular que acredite los datos personales del pasajero y los documentos.

*14‑ Partida de nacimiento con fotografió para los menores de 15 años, que vengan solos o acompañados.

Así, por ejemplo, para los de 2a y 3a. clase, extranjeros con pasaporte del país de nacimiento, es decir, inmigrantes, los documentos necesarios para ingresar al país eran los números 8 y 9 y 11 y 12 y 13.

De la época de esta circular son las "Instrucciones a los Cónsules", cuadernillos elaborados por la Dirección de Inmigración, en ese entonces a cargo de Juan Peralta Ramos, en los que se puntualizaban las medidas a que los funcionarios debían sujetarse: "Los cónsules no harán ninguna propaganda en favor de la inmigración; deben disuadir, en lo posible, de venir al país a toda persona que traiga el propósito de radicarse en las ciudades; la entrada al país está completamente cerrada para los que tengan defectos o enfermedades físicas o mentales o no posean la documentación que se exigencia" (27).

El cónsul argentino, de acuerdo a estas instrucciones, aún frente a documentos per­fectos, ante la mínima duda respecto de la situación moral, o la verdadera identidad del viajero, debía, por lo pronto, no sólo no visar sus documen­tos sino tratar de comprobar por todos los medios la auten­ticidad de los mismos. "El do­cumento solo es una presun­ción de identidad. General­mente, el elemento nocivo está bien, pero, falsamente docu­mentado; a veces lo está mejor que el hombre honrado que cree suficiente credencial el papel que acredita sencilla­mente quiénes".

Por ello, concluyen las Instrucciones, "un funcionario consular o de inmigración que escudado en que visa documentos perfectos, deja pasar a su poseedor sabiendo 0 sospechando que es un traficante de mujeres, o una mujer sola que será destinada a la prostitución, o cualquier otra persona que pueda ser sujeto activo o pasivo de un tráfico inmoral o ilícito, es un funcionario que no cumple con su deber". (28)

Pasaron los años, y con el declive de la inmigración la prensa olvidó el hotel que desde 1950 ya no recibía inmigrantes, sino soldados, empleados públicos, desamparados, prostitutas, en fin, aquello que las vicisitudes de la historia le acercaba.

Sitio emblemático, el Hotel de Inmigrantes resume la memoria tangible de un siglo de historia argentina. Sus paredes guardan el testimonio del sueño de grandeza que dio impulso a su construcción y del devenir de los hechos que signaron nuestra historia contemporánea.


Antonio y Giuseppe, crónica de una fuga

*29 de diciembre de 191126 ‑ de la División Investigaciones de la Policía de Buenos Aires, al Director de Inmigración, Manuel Gigorraga: "Tengo el agrado de dirigirme a Ud. para hacerle saber por lo que pueda interesarle, que se tienen noticias de que en el vapor francés 'Pampa', que llegará mañana a este puerto, viene a su bordo el llamado José Soro o Antonio Amberto sindicado como rufián".

*1° de enero de 1912 ‑ Acta de visita e inspección marítima: "Quedan detenidos por orden de la junta de visita, por causa de ser sospechosos de inmorales, Amberto Antonio y Soro Giuseppe, el primero francés de 28 años, soltero, y el segundo italiano de 24 años, ambos proceden de Marsella".

*2 de enero de 1912 ‑ De la junta de visita al jefe de desembarco: "Tengo el agrado de comunicar a Ud. que ayer a las 5.15 p.m. fue practicada la visita de inspección en la dársena norte al vapor francés 'Pampa' , de la matrícula y procedencia de Marsella y escalas en Barcelona, Almería, Dakar, Río de Janeiro y Santos. [...] Quedaron detenidos a bordo hasta resolución superior los pasajeros de 3a. Clase Amberto Antonio y Soro Giuseppe, francés e italiano respectivamente, por estar sindicados como rufianes, según nota de fecha 29 de diciembre pasado, del señor jefe de la División Seguridad Personal del Departamento General de Policía de la Capital".

*3 de enero ‑ Del jefe de desembarco al director de inmigración: "De acuerdo con la resolución que antecede cúmpleme en informar al Sr. Director que según la presente nota pasada por la policía de la Capital, debía llegar en el vapor 'Pampa' José Soro o Antonio Amberto, sindicado como rufián, y en vez de uno han llegado dos: Giuseppe Soro, italiano de 24 años y Antonio Amberto, francés de 28 años, los cuales han quedado detenidos abordo hasta tanto resuelva el Sr. Director. Dicen estos ser la primera vez que vienen al país, y proceden de Marsella. Es cuanto puedo informar al Sr. Director. (Nota al pie: "agréguese al parte del vapor 'Pampa' y téngase presente para resolver. Cigarreras'').

*3 de enero de 1912 ‑ Resolución N° 8: "Visto el parte del vapor 'Pampa' en que se da cuenta que han quedado detenidos a bordo los pasajeros de 3a. Clase Antonio G. Amberto y José Soro [...] y considerando que los sujetos Antonio G. Amberto y José Soro se dedican al inmoral tráfico de carne humana, circunstancia que los hace peligrosos e inconvenientes a la sociedad de nuestro país, y al no poder acreditar su moralidad y a levantar el cargo que se les imputa, los comprende la prohibición de entrada al país que prescribe el Art. 32 de la ley, el Director General de Inmigración Resuelve: 1ro. El capitán del vapor 'Pampa' reconducirá, a sus expensas, hasta el puerto de procedencia (Marsella), a los inmigrantes rufianes Antonio G. Amberto y José Soro, quedando pendientes las penalidades [...]".

*8 de enero de 1912 ‑ del jefe de sección de la oficina de desembarco al director de inmigración: "En esta fecha comparecieron en esta oficina el capitán del vapor 'Pampa' y el apoderado de la agencia del mismo buque, a quienes notifiqué de la resolución No. 8, que precede, manifestando su conformidad con ella y haciendo presente a la vez que los detenidos Antonio Amberto y José Soro, se habían fugado de a bordo, pero que practicarían todas las diligencias posibles para dar cumplimiento a la reconducción de dichos individuos.

*8 de enero de 1912 ‑ del visitador al jefe de la oficina de desembarco: "Comunico a Ud. Que en el día de la fecha me trasladé a bordo del vapor francés 'Pampa' a objeto de constatar la presencia de los detenidos Amberto Antonio y Soro Giuseppe. Hablé con el segundo capitán, por no encontrarse a bordo el primero, y requerí la presencia de los detenidos, a lo que se me contestó que el día viernes 5 del corrientes estos habían desaparecido de a bordo y que ignoraban su paradero.

*8 de enero de 1912 ‑Del jefe de desembarco al director de inmigración: "Tengo el agrado de elevar a Ud. la presente nota, en la que da cuenta el visitador, haberse trasladado a bordo del vapor francés 'Pampa', con objeto de constatar la reconducción de los detenidos Amberto Antonio y Soro Giuseppe, los cuales no se encontraban a bordo.

*8 de enero de 1912 ‑ Resolución N° 9: De acuerdo con el Art. 7 del Acuerdo de Gobierno de Marzo de 1880, reglamentario de la Ley de Inmigración, el Director General de Inmigración resuelve: lo. El capitán del vapor 'Pampa' reconducirá, a sus expensas hasta el puerto de procedencia (Marsella), a los individuos rufianes Antonio Amberto y José Soro, transportados en contravención al Art. 32 de la ley de inmigración, previa una caución que para el presente caso se fija en la suma de ($1.000) mil pesos moneda nacional por cada uno, o sean ($2.000)


Bibliografía y Notas


1- Revista Mundo Argentino, Cómo recibimos y tratamos a los inmigrantes, Año XIX, No. 940, enero de 1929.
2- República Argentina, Ministerio del Interior, Anexo de la Memoria del Ministerio del Interior, Memoria del encargado de la repartición de inmigración 1873, pág. 13, Imprenta, Litografía y Fundición de tipos a vapor, Buenos Aires, 1874.
3- Ibid, p. 15
4- Ibid, p. 16. Es interesante notar que Wilcken invierte los términos de "gobernar es poblar".
5- Citado en "La inmigración en la República Argentina, El período de gran expansión: 19081913, El Hotel de Inmigrantes", mimeo., pág. 91 (trabajo compilado por investigadores de la Dirección Nacional de Migraciones, s/d).
6- Diario La Nación, Suplemento Ilustrado No. 10, Los Inmigrantes, 6 de noviembre de 1902.
7- Diario La Nación, Los inmigrantes, 6 de noviembre de 1902.
8- Revista P.B.T., El Hotel de Inmigrantes, 4 de febrero de 1911.
9- Diario La Nación, Suplemento Ilustrado No. 10, Los Inmigrantes, 6 de noviembre de 1902.
10- Ibid.
11- Revista El Hogar, El inmigrante, 30 de octubre de 1910, Año XII, N° 163.
12- Ferrer, Horacio, El libro del tango, historia e imágenes, p. 73, Ediciones Osorio, Buenos Aires, 1970.
13- La vida moderna, El nuevo Hotel de Inmigrantes ‑Cómo es y cómo será dentro de poco, 28 de noviembre de 1907.
14- Ibid.
15- Revista Caras y Caretas, No. 643, Año XIV, 28 de enero de 1911
16- Ibid.
17- Diario La Prensa, Inaugura­ción del nuevo Hotel de Inmigrantes, 27 de enero de 1911, p. 12.
18- Ibid.
19- La vida moderna, 1 ° de febrero de 1911, p.23.
20- Revista P B.T., El Hotel de Inmigrantes, Año VIII, No. 323, 4 de febrero de 1911.
21- Ibid.
22- Ibid.
23- Revista Caras y Caretas, Los futuros millonarios, Año XVI, N° 746, 18 de enero de 1913.
24- E1 museo de Casa Rosada conserva uno de ellos.
25- La vida moderna, op. cit.
26- República Argentina, Ministerio de Agricultura, Dirección General de Inmigración, Expediente N° 19, "D", 1912.
27- República Argentina, Ministerio de Agricultura, Dirección General de Inmigración, Instrucciones a los cónsules, Talleres gráficos de la Penintenciaría Nacional, Buenos Aires, 1923
28- Ibid.




* Este artículo fue publicado en “Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires”  (N° 8, Marzo de 2001), que autorizó su reproducción a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.

viernes, 22 de noviembre de 2013

HIPÓLITO YRIGOYEN (1852-1933) PROTECTOR DE LOS BIENES DE LA PATRIA


Hipólito Yrigoyen.




                                                                                                     Por Hebe Clementi


Cualquier biografía lleva la impronta insalvable de depender de su biógrafo, tanto o casi, como la autobiografía. Y carga también con el peso de la historia circundante, tanto más en el caso de personajes que han accedido a una figuración social. En el caso de la propuesta de una sumaria biografía de Yrigoyen, estas cuestiones prevalecen desde el vamos y se insertan en una suerte de inseguridad que quizá sea la causa de que las biografías de Hipólito Yrigoyen resulten tan escasas. Por lo mismo se pondera tanto la primera biografía sustancial y abarcativa que aparece sobre Yrigoyen en 1938 de la pluma de Manuel Gálvez, quien aporta un verdadero documento de época, emprendimiento que no ha vuelto a repetirse en esa magnitud. La razón sigue siendo la misma: subsiste la escoria del enfrentamiento con la fuerza omnímoda de los poderosos que fueron sus antecesores y enemigos que, hasta la llegada de Yrigoyen al gobierno, habían configurado los destinos y rumbos del país. Llegado el caso de intentar esta biografía lo cierto es que la multitud de factores adversos conspiran todavía hoy con el diseño inicial. Basta recordar para el caso que la noticia de su muerte en el diario La Prensa está dada en estas líneas: “Ha fallecido el ex comisario de la ciudad de Buenos Aires, que fue dos veces presidente”. Conste que no lo incluimos para culpa de nadie sino para insertar mojones que ayuden a la reflexión de que es casi imposible biografiar a Hipólito Yrigoyen dadas su modalidad reservadísima y su críptica expresión oral, aunque se reconoce la cordialidad de su trato con los más cercanos, sin por ello cancelar la reserva. Sobre su vida privada se sabe bien poco, salvo su adhesión a lecturas filosóficas que fundamentaban su accionar republicano. En nuestra documentación sobre su trayectoria como gobernante está presente la compulsa de los debates parlamentarios y las definiciones que llevan su marca, verdadera escuela de decisiones de buen gobierno. Un fiel radical, el profesor Sobral, un auténtico apóstol del yrigoyenismo de la transcripción fidelísima, ha incluido estos escritos en una cuidadosa serie documental, donde queda a la luz la integridad de Yrigoyen a lo largo de los años de gobierno, cuando un solo periódico, La Epoca, es el vocero del accionar presidencial, mientras los opositores de diverso signo tienen enorme difusión mediática. Ese material parlamentario, explicativo y decisorio a la par, configura un verdadero tránsito a través de la gestión oficial de Yrigoyen. El capítulo final de esta indagación es el famoso quinto memorial a la Corte, último texto que escribe Yrigoyen preso en la isla Martín García, donde es deportado luego de la Revolución de 1930, en el cual recapitula los cargos que se le imputan y defiende su inocencia con tensión dramática y expresiva. Un verdadero colofón de su accionar de vida. De origen modesto, nace en Balvanera en 1852, sobrino de un notorio adalid de la primera oposición política al núcleo bien calificado como Régimen. Estudia abogacía, enseña Filosofía en escuelas secundarias y milita desde muy temprano en una construcción política distinta al cabo de hechos decisivos que alteran el paisaje político del país, como fueron el mitin del Frontón y los sucesos del 90. Alcanza así una nutrida cohorte de adherentes con los que inicia su trayectoria proselitista, que conducirá a la creación del partido radical, consagrado institucionalmente en 1892, cuatro años antes que el preexistente socialismo, constituido en 1896. El crecimiento de esta parcela política se verá concertado por la adhesión de algunas figuras relevantes del pensamiento de entonces, con inclusión de personalidades provinciales. En esta gestión preliminar va sobresaliendo el perfil y la personalidad de Yrigoyen a través de alternativas relacionadas con diferencias de sentidos que él se encarga de propiciar con elocuencia y sistema, que todos le reconocerán en poco tiempo más. Así se lo verá en las contiendas electorales, en la resolución de diferentes políticas en provincias, en el acuerdo con problemas sindicales, y luego del triunfo electoral que lo lleva a la presidencia de la Nación vendrán las decisiones parlamentarias más complejas, en relación con la Primera Guerra Mundial y la no inclusión del país como beligerante, opción resistida por la presión de los dueños del poder y del dinero, exponentes de sectores que aunque han perdido la cúpula del poder siguen representando fuertes intereses estrechamente vinculados con el comercio ultramarino y a la gran producción cerealera y de carnes, imperiosamente necesitada por Gran Bretaña a raíz de la guerra. Esa misma situación crítica lo llevará a decisiones de envergadura frente a los grandes Estados participantes en la Sociedad de las Naciones y a las respectivas tratativas de paz. Al conocer la decisión de que serían los cuatro países más importante los responsables de las medidas cruciales, Yrigoyen ordenará a su predilecto Marcelo T. de Alvear –representante nuestro ante dicho organismo– el retiro inmediato, ante la consternación de todos. Su punto de vista, defendiendo la igualdad, era sin embargo el más justo y más correspondiente a la creación misma de ese concierto-cúpula de naciones. Hubo otros temas también vinculados con la guerra, que fueron objeto de discusiones y comentarios sin fin. Como la decisión de no entrar en guerra como nación beligerante y conciliar con Alemania los costos de algunas pérdidas de naves argentinas mediante importantes resarcimientos, lo cual probaba la inteligencia de no acceder a presiones y por otra parte beneficiar nuestra flota. Explicar la serenidad en la ruta educativa y social trazada desde el gobierno lleva a la doctrina generada en el krausismo y asumida por el yrigoyenismo, tal como la enseñara Yrigoyen en sus clases de filosofía o la impartiera a sus seguidores en las prácticas políticas. El bien común, la espiritualidad, el raciocinio y una creencia férrea en la libertad individual aplicada al accionar humano son constantes que iluminan la actividad política y garantizan las ventajas de la educación para todos, sin excluir a la mujer. Al parecer, Yrigoyen llevaba consigo como libro de cabecera una síntesis de las premisas krausistas, que impregnaron al radicalismo doctrinario, como primer acceso a la democracia totalizadora y legítima. Era la hora de la espiritualidad, que contrasta con la hora que anuncia el poeta Leopoldo Lugones hacia 1924 en Lima, con motivo del centenario de la batalla de Ayacucho: La hora de la espada ha llegado, que se traduce en la denostación de la democracia política y la elección de la fuerza militar, el orden y la sumisión a una idea patriótica: “…pacifismo, colectivismo, democracia, son sinónimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado. Considero mejor a los militares que a los políticos y deseo con imparcialidad el gobierno de los mejores”. Eran las mismas bases seguidas por la Logia San Martín, organización secreta y paralela a la jerarquía del ejército, que comenzó su actividad tomando el control de la Comisión Directiva del Círculo Militar y desde allí presionó sobre el Ministerio de Guerra del gobierno de Yrigoyen, procurando desplazar a los oficiales que tuvieran actividad política en el gobierno. Hipólito Yrigoyen no se deja influenciar por manifestaciones revisionistas de un pasado real o ficticio, pero pasado. Lo inspira la construcción de una sociedad republicana, sin excluidos y con libertades, que pueda mantener los frutos y principios de una trayectoria liberadora y atenta a la justicia. Yrigoyen está alerta y en su mensaje-discurso del 7 de diciembre de 1929, al Senado de la Nación, señala su vigilia en la protección de los bienes de la Patria: “El país ha acumulado más experiencia sobre el manejo desordenado e imprevisor de las riquezas naturales que forman parte del patrimonio del Estado. Baste recordar lo acontecido con la tierra pública, cuya historia desastrosa mantiene una acusación ilevantable sobre los gobiernos del pasado y que fuera enajenada a precios viles, sin plan ni concierto, sustrayéndola a sus convenientes destinos económicos para hacerla servir de base a los extraordinarios enriquecimientos privados que se obtuvieron a expensas de la fortuna nacional, para sentir la aspiración fervorosa y el propósito inquebrantable de que no sea igualmente malograda la segunda gran riqueza con que los mandatos de la Divina Providencia han querido favorecer a nuestra tierra privilegiada”. Palabras cuya actualidad no necesitamos recalcar. La reclamación es específica, se trata de que el Senado sancione proyectos ya aceptados por la Cámara de Diputados respecto “al dominio y explotación exclusiva por el Estado de los yacimientos de petróleo e hidrocarburos fluidos, existentes en el territorio de la Nación”. Fue Yrigoyen quien encomendó al general Mosconi la tarea de organizar la explotación del petróleo en Comodoro Rivadavia...y de paso, recordemos que se dijo y se probó en fuentes documentales, que el golpe que derrocó a Yrigoyen en 1930 tuvo olor a petróleo... La multitud que acompañó los restos a su muerte fue testimonio inusitado de la buena memoria de un pueblo ante un líder querido, y la historia serena y bien documentada ratifica su mesura y su estro político en el camino de la reparación de errores y la provisión de medidas adecuadas. El respeto al otro y la mesura fueron también atributos sin mengua. La reivindicación integral todavía sigue siendo cuestión de limpieza de intenciones y desbrozamiento de acusaciones ilegítimas. La estatua tardía que mira sobre la Av. Córdoba de espaldas a Tribunales, está lejos de ser la estatua y el lugar que le corresponde.

martes, 5 de noviembre de 2013

ARGENTINA- ISRAEL: LAS RELACIONES EN LA ERA PERONISTA 1946-1955

Juan Domingo Perón y Franklin Lucero.



Por José María Di Giorno



El ascenso del general Juan Domingo Perón a la Presidencia de la Nación, coincidió, entre otros acontecimientos de un  mundo convulsionado y arrasado por la Segunda Guerra Mundial, con la creación del estado de Israel, luego de largos y violentos sucesos. En todo el mundo se sucedieron acalorados debates y polémicas alternativas, no escapando nuestro país a las mismas.
Perón, surgido de una generación militar que había abrevado sus principios en los fuertes movimientos nacionalistas de Europa, representaba, para muchos, un estorbo para la visión y definición de las posturas que debían adoptarse, inquietud que era trasmitida por políticos y medios de comunicación, sumando a ello algunos recelos por parte de la comunidad judía en la Argentina.
Por otro lado, sectores minoritarios que se habían identificado con el derrotado nazismo, veían en Perón, a través de las medias que tomara, y que detallamos más abajo, una claudicación de lo que ellos consideraban “su” nacionalismo. La comunidad judía no escaparía a la nueva dicotomía que se había instalado a partir del 17 de octubre de 1945, entre los que empezaban a engrosar las filas del naciente peronismo y aquellos que se aferraban a viejas expresiones liberales o del marxismo.
Es por ello que vamos a encontrar a la sociedad, que incluía a los argentinos descendientes de israelitas, dividida en ambos polos. Mucho se ha escrito, investigado y adjetivado sobre el tema, razón por la cual, trascribimos y narramos los hechos y acontecimientos más importantes ocurridos en el período 1946-1955 en las relaciones entre Israel y la Argentina, soslayando juicios de valor, a fin de que cada lector pueda, con datos de la historia científica hacer su propia interpretación de lo sucedido.
En consecuencia, y a nuestro entender, el gobierno de Perón, logró a través de estas medidas y oportunidades brindadas a la comunidad judía, lo que también definió cada uno de sus actos con todos los sectores religiosos, culturales, sociales y raciales, dándoles a todos y cada uno la alternativa de sumarse a la nueva política que se iniciaba en el país, y que sería la alternativa válida para su desarrollo y consolidación de su independencia policía y económica.
La integración total, en lo que definiera como “la comunidad organizada” presentaba el camino para la unidad nacional. Las relaciones  entre Israel y la Argentina durante sus dos gobiernos y que detallamos, estaba pues, en total concordancia con estos principios.

Día 29 Junio de 1947: En el Luna Park es inaugurado oficialmente la Primera Conferencia Latinoamericana del Congreso Judío Mundial, con la presencia del doctor Nachum Goldman, miembro de la Conferencia Judía y Presidente del Congreso Mundial, asistiendo representantes de las instituciones y organizaciones de la colectividad de nuestro país y de países latinoamericanos.
El presidente de la Asociación Israelita Argentina expresó en su discurso inaugural: La República Argentina no solamente ha abolido para sus habitantes las prerrogativas de sangre y otros fueros nobiliarios, sino que ha reconocido solo dos dignidades: la de la honestidad y la del trabajo, en beneficio de todo el conglomerado social”.

Día 20 agosto de 1948: Perón y su esposa inauguran la sede de la Organización Israelita Argentina, cuyos integrantes simpatizaban con el movimiento peronista, sita en la avenida Corrientes 2025, en la ciudad de Buenos Aires.
El presidente de la OIA, Sujer Matraj dijo entonces: “Perón no es solo el celoso gestor de nuestra soberanía política sino también el gobernante que en un mundo dominado por la intolerancias supo levantar en la  Argentina la antorcha de la consideración y del respeto hacia todas las colectividades que  integran la nación, alejando de esta tierra el fantasma de la persecución y de la intolerancia”.
Perón en el acto manifestó: “son buenos argentinos cualquiera sea su raza o religión, si diariamente laboran por la grandeza de la Nación”.
En ese año se crea “Nueva Sión”; la Cámara de Comercio Argentino-Israelí y el Instituto Judeo- Argentino de Cultura e Información, presidido por Simón Mirelman; y el rabino Amran Blue es designado asesor presidencial en temas religiosos y ocupa una cátedra en la Facultad de Filosofía y Letras.

Día 14 febrero de 1949: Reconocimiento de la Argentina al Estado de Israel.
Por decreto N° 3668 el Poder Ejecutivo nacional de acuerdo al artículo 1° del mismo “reconocía al Estado de Israel como Estado Soberano”.
El día 17 se realiza una ceremonia pública, celebratoria del reconocimiento argentino, que tuvo lugar en la sede de la Oficialía de Enlace (de Israel), situada en la calle Larrea 744, donde se enarbolaron junto a la bandera nacional, la bandera israelí. Hoy tiene su sede la Fundación Congreso Mundial Judío.
Carlos Moises Grünberg fue el primer Representante del Estado de Israel ante el gobierno argentino, designado en 1948 por la Cancillería de Israel, siendo el primero en izar la bandera de su país en  Buenos Aires. Con la llegada del primer Embajador, Jacobo Tzur, fue designado Consejero honorario de esa representación.(ver día 30 de mayo de 1949).
Grünberg había nacido en Buenos Aires, hijo de  una familia de inmigrantes, fue hombre de letras y la cultura, allegado al grupo Florida y la revista Martín  Fierro, encontrándose con su coetáneo César Tiempo, quien decía: “Si algún mérito me cabe- decía César Tiempo- es haber descubierto con Carlos a las gentes judías y su ámbito en nuestro país, y que sin dejar el ghetto  tras  nuestro- un ghetto metafísico, entiéndase bien-, lo llevamos con nosotros, sin desfallecimientos ni concesiones, hacia los anchos horizontes, hacia las colinas azules, hacia la vida hervorosa, que está de espaldas a los muros y a las miserias que pugnaban por aprisionarlo”.

Día 30 mayo de 1949: Relaciones diplomáticas y consulares con el Estado de Israel, que quedan formalizadas a partir de esa fecha., en ceremonia que cuenta con la presencia del ministro  Dr. Atilio Bramuglia y el representante de Israel en nuestro país, Carlos Moisés Grunberg. (ver día 14 de febrero de 1949), y poco después se abriría en Tel Aviv, la primera representación diplomática latinoamericana en ese país.
La Argentina apoya el ingreso de Israel a la ONU

Año 1950: se inaugura el Cementerio Israelita de la Tablada.

Día 9 abril de 1951: Golda Meir visita la Argentina.
La entonces Ministra de Obras Públicas de Israel, quien luego fuera Ministra de Relaciones Exteriores de ese país entre los años 1956 y 1996, y, quien al imponerse en las elecciones de 1969 fuera electa Primer Ministro, visita la Argentina, entrevistándose con Eva Perón, ocasión en que agradece la ayuda recibida de la Fundación Ayuda Social al naciente Estado de Israel, concretando 17 embarques  con alimentos, mantas y ropa.

Día 3 agosto de 1951: Perón, junto a su esposa confieren la Orden del Mérito al embajador de nuestro país ante el gobierno de Israel, Pablo Manguel, en un acto con la presencia de la colectividad israelita desarrollado en Les Ambassadeur.
En el mismo se anuncia que otra imposición similar será entregada al primer presidente de Israel Jaim Weitzman, quien visita Buenos Aires.
Weitzman, bioquímico, profesor de las universidades de Suiza e Inglaterra, militante de la organización sionista durante las dos guerras mundiales, resultó electo en reconocimiento a su labor de casi cinco décadas en los preparativos del establecimiento del estado judío.
Año 1952: Se firmaba un Acuerdo Cultural entre Argentina e Israel, la formación del Instituto de Intercambio Cultural Argentino Israelí (IICAI), creándose el curso de estudios hebraicos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Día 7 de 1953: Primera Muestra del Libro Hebreo, organizada por el Instituto  Argentino-Israelí es inaugurada en el Salón de la calle Florida 530, con   la exhibición  de 600 ejemplares, que incluye libros sobre los más diversos temas, desde filosofía y religión hasta literatura contemporánea.
Abrieron la muestra el agregado cultural de la representación de Israel, Mordechai Avidá y el agregado de prensa. La muestra permanece abierta hasta el día 30.
El día 27 de ese mismo mes El Instituto Argentino-israelí abre su propia sede en la calle Montevideo 942, fecha en que se suscribe entre ambos países un Acuerdo de Intercambio Cultural.

Día 16 agosto de 1953: Se constituye la Confederación General EconómicaCGE -, creada por el empresario José Ber Gelbard, quien fue su presidente. Incluía en su estructura tres Confederaciones de la producción: del agro, industria y comercio, que representaban las hoy denominadas PyMEs.
En 1955 ya agrupaba a más de 1.700 entidades de primer grado, que agrupaban a 600.000 empresarios en todo el país. El 30 de diciembre de ese año, fue disuelta por el gobierno de facto.
En 1951 el gobierno nacional propuso la integración de las centrales empresarias CAPIC, UIA y CEA (Confederación Económico Argentina), integrando una comisión de orden nacional. A fines de ese año se  se formaron tres confederaciones: Confederación General de Industria (CGI), de Comercio (CGC) y de la Producción (CGP), que formaran finalmente la CGE.
En 1962 la CGE retoma su actividad y es en 1973, cuando el general Perón ofrece a Gelbard el Ministerio de Economía, con la idea de llevar adelante el Pacto Social, herramienta fundamental para el diálogo con los sectores productivos y del trabajo, de singular importancia en la vida institucional para la economía argentina.

Día 4 de enero de 1955: En Tel Aviv, el Gran Rabino de la Argentina Dr. Amram Blum se refirió a la vida religiosa de la comunidad judía residente en la Argentina y destacó particularmente la decisión del presidente Perón al establecer una Cátedra de Estudios Judíos en la Universidad de Buenos Aires.

Día 26 enero de 1955: La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) informó que en la fecha se inició en Israel la plantación del Bosque Presidente Perón, en la colinas de Judea al oeste de Jerusalén,  “con lo cual se convierte en realidad una hermosa iniciativa de la colectividad judía de nuestro país para rendir al primer magistrado un homenaje tan delicado y significativo, de reconocimiento por su acción antidiscriminatoria y el apoyo y comprensión hacia Israel”.
El primer árbol fue plantado por el primer ministro Sr. Moche Sharett, y se leyó un mensaje del presidente israelita Sr. Isaac Ben-Zvi.
Ben-Zvi fue el segundo presidente del Estado de Israel, líder del partido Laborista, que asumiera el 8 de diciembre de 1952, ejerciendo por dos períodos completos, y fue reelecto para un tercero.

Día 12 abril de 1955: Presenta sus credenciales el embajador de Israel Dr. León Kubovy por haber sido elevada dicha representación al nuevo rango. La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas expresó su satisfacción y manifestó su júbilo por este acto,  que “contribuirá a aproximar aún más a los pueblos”.


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