jueves, 10 de febrero de 2011

SANTIAGO APÓSTOL PATRÓN DE SANTIAGO DEL ESTERO

Regla y establecimientos de la Orden de Santiago (1655).


Santiago Matamoros.
Antigua catedral de Santiago del Estero según plano de Melchor Suárez de la Concha (1678).




Por Sandro Olaza Pallero



Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo ha sido confundido con frecuencia en todo Occidente, con su homónimo el “hermano del Señor”. En relación con España, se plantean varias cuestiones: su predicación, su sepulcro, el significado de su culto, especialmente en el aspecto guerrero. La predicación del Apóstol Santiago en España surgió por primera vez en las versiones latinas de varios catálogos bizantinos, de dudosa autoridad histórica, en los que se asigna a cada uno de los apóstoles una provincia determinada como campo de evangelización. Estas versiones latinas, representadas por las varias redacciones del Brevarium apostolorum, empezaron a circular en el siglo VII, sin que la noticia referente a la predicación española de Santiago tuviera eco entre los escritores eclesiásticos visigodos.[1]
Posteriormente fue recogida en el opúsculo De ortu et obitu patrum, erróneamente atribuido a San Isidoro de Sevilla y cuando se produjo la invasión de los infieles, un himno, escrito durante el reinado de Mauregato, y los Comentarios al Apocalipsis del Beato de Liébana, con gran difusión en la España cristiana de la Reconquista. Todavía en el siglo XII, una de las versiones de la Historia Compostelana no aludía para nada a la evangelización española de Santiago, tradición unida a la de la Virgen del Pilar. En el siglo VIII no se intuía todavía que el Apóstol pudiera estar enterrado en España. Los catálogos bizantinos localizaban su sepulcro en Palestina, Cesárea, y algunos de ellos en la Marmárica líbica, de donde algunas versiones latinas sacaron in arcis marmaricis o marmoricis.[2]
En el reinado de Alfonso II de Asturias se descubrió en la diócesis de Iria y no lejos de dicha ciudad, una tumba antigua, que fue identificada con la del Apóstol. Se construyó un santuario sobre el sepulcro y que, a través de sucesivas reconstrucciones, habría de convertirse en la catedral románica actual. Fue muy pronto meta de peregrinaciones de importancia para toda la cristiandad, incluso de países alejados. En cuanto a la identificación del sepulcro, se habría hecho por la presencia sobre él -cuando permanecía oculto- de luminarias sobrenaturales, y se explicó la presencia en Galicia del cuerpo del Apóstol degollado en Jerusalén, y que llegó en una navegación milagrosa, llevado por sus discípulos embarcados en Jope. Por fin, Santiago se convirtió de pescador galileo, en guerrero que combatía a los infieles, montado en un caballo blanco, tradición local aparecida por vez primera en la Crónica Silense.[3]
Se combatía tanto en las cruzadas, en Jerusalén como en la Reconquista en el Al Andaluz y se tenía como centro y eje a Santiago de Compostela, lugar santo para los cristianos. Alfonso X el Sabio, levantó una iglesia en la tumba del Apóstol Santiago y así adquirió una importancia de leyenda ese centro de peregrinos que cavaron con sus pies el camino de Santiago. Únicamente Almanzor el Cruel con sus tropas árabes llegó a saquear Santiago, pero como Atila en Roma no pasó de allí, pues, según la leyenda, una fuerza superior lo detuvo. El pueblo alentaba a sus paladines o caballeros como asegura la tradición en la batalla de Clavijo, donde apareció el Apóstol Santiago montado en un caballo blanco y conduciendo a los hispanos a la victoria contra los moros.[4]
Su nombre invocado por las huestes cristianas como grito de guerra contra los infieles en las batallas y como patrón de la más celebre de las órdenes militares españolas, adquirió definitivamente la fisonomía de Santiago Matamoros en su iconografía. Una de las más importantes Órdenes de caballería de España llevó el nombre del Apóstol. Miembros de la Orden de Santiago fueron entre otros: Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Álvaro de Bazán, Álvaro Manrique de Zúñiga, Pedro Calderón de la Barca, Diego de Velázquez y Antonio de Ulloa. Una escritura del año 981 expresa la fundación de la Cofradía de Santiago, hecha por trece nobles de Galicia, en recuerdo de Cristo y sus doce discípulos para la defensa de los peregrinos que acudían a Compostela. Entre los caballeros figuraba Pelayo de Rivadeneira, quien según la leyenda, al reunirse en la iglesia, levantó su espada tomando con ambas manos del filo para que la cruz sobrepasara su cabeza. Pero al hacer su juramento se cortó con el filo y manchó el costado de su brazo izquierdo, marcando sobre su ropa una cruz roja, que desde ese momento sería el símbolo y blasón de esa Orden.[5]
Al grito de Santiago los conquistadores avanzaron en el Nuevo Mundo y también el nombre del Apóstol llegó al Río de la Plata. En la ciudad que lleva su nombre, antigua capital del Tucumán en la época hispánica, se fundaron las primeras instituciones civiles, militares, eclesiásticas, jurídicas y culturales del período descubridor y poblador. Señala Orestes Di Lullo que “su nombre Santiago estuvo presente en el grito de Diego de Rojas con que invocaba al Apóstol, Señor de la Guerra y Patrón de España. Que este mismo nombre estuvo en la mente de Juan Núñez de Prado cuando llamó a la provincia del Tucumán: del Nuevo Maestrazgo de Santiago y en la de Francisco de Aguirre cuando al trasladar la ciudad del Barco la llamó Santiago del Estero, por estar a orillas del Río del Estero o Río Dulce”.[6] Alfredo Gargaro fue el primero en certificar la fecha del 25 de julio de 1553 como de la fundación de Santiago del Estero, es decir el mismo día de la festividad del Apóstol Santiago.[7]
El cronista español Pedro Gutiérrez de Santa Clara describe la invocación del nombre del Apóstol en varias oportunidades. Felipe Gutiérrez, capitán de las huestes de Diego de Rojas que entraron a territorio de la actual provincia de Santiago del Estero, luchó con los aborígenes del cacique Canamico. Previamente el clérigo Francisco Galán efectuó el requerimiento a los naturales, pero al ver que éstos lo querían matar a flechazos “se volvió a los castellanos con gran temor, el cual iba diciendo a grandes voces: ¡a ellos, señores!, ¡a ellos!¡Santiago, Santiago! Que encaran los arcos con las flechas para matarnos, y más quieren pelear que darse de paz, porque vienen marchando”. Canamico fue vencido por Rojas y Gutiérrez, quienes se dirigieron a Salavina, donde Rojas halló la muerte con una flecha envenenada de los indígenas.[8]
El conquistador Nicolás de Heredia -otro lugarteniente de Rojas- trabó combate con los naturales también en el mismo territorio. Gutiérrez de Santa Clara relata que “fue la pelea muy brava y sanguinolenta, de tal manera que mataron muchos bárbaros a lanzadas y arcabuzazos, y venido el día fueron en procesión a una ermita que ya tenían hecha, alabando a Dios y a Nuestra Señora y al Apóstol Santiago por haberles dado tan gran victoria contra estos infieles sin muerte de castellano ninguno”.[9]
Santiago, es patrono de España y de América, donde hay más de doscientos pueblos que llevan su nombre. En la catedral basílica de Santiago del Estero se venera la más antigua imagen que se conserva del Apóstol, que fuera propiedad del coronel Juan Francisco Borges, caballero de la Orden de Santiago, héroe de Mayo y precursor del federalismo argentino. En el discurso pronunciado el 25 de agosto de 1953 por el doctor Ricardo Levene, en el Congreso de Historia Argentina reunido en Santiago del Estero con motivo de la celebración del IV Centenario de la fundación de esa ciudad, afirmó su importancia histórica: “Como se sabe, los nombres de Santiago del Estero y Santiago de Chile, entre otros, evocan la figura y dignidad espiritual del Apóstol Santiago que realizó –acaso con San Pablo- la evangelización de España…Santiago del Estero, nueva tierra de promisión, la más antigua ciudad fundada en nuestro territorio, se erigió en el centro irradiante de la civilización hispano-argentina, cuyo pasado heroico se refleja, hasta 1832, en que se abolió el Cabildo, en los seis volúmenes de Actas Capitulares, publicados por la Academia Nacional de la Historia como homenaje a la ciudad histórica, con sus respectivos índices, general, por materia y de voces aborígenes. El fundador Francisco de Aguirre, que había actuado con Pizarro en Charcas y con Valdivia en Chile, tuvo la visión del destino manifiesto de Santiago del Estero y del dilatado escenario de sus hazañas que debía abarcar y descubrir, hacia el Norte y especialmente hacia el Sur, en busca de una salida a España por el mar, armado de indomable energía en la lucha con la inmensidad y los indios. Hechos trascendentales se produjeron a poco de fundada la ciudad madre, que cambiaría la organización política y jurídica de sus pueblos nacientes. Las palabras, a que me referiré en seguida, asentadas en el acta del Cabildo de Santiago del Estero de 9 de setiembre de 1560, contienen una explicación histórica sobre el carácter nuevo y distinto de esos hechos, originados con la fundación de 1553. Por estar tan apartadas estas Provincias de la Gobernación de Chile y no poderse comunicar con ellas, sino con mucho trabajo y riesgos por las despobladas montañas nevadas y fríos excesivos, que había que salvar, habiendo perecido muchas personas convenía que las dichas Provincias se proveyesen en Gobernación de por sí por ser tierra larga y haber cantidad de naturales infieles, razones por las cuales, pues, Santiago del Estero nacía bajo el signo de la autonomía”.[10]



[1] BLEIBERG, Germán (Dir.), Diccionario de historia de España, Madrid, Ediciones de la Revista de Occidente, 1969, t. III. 599.
[2] Ídem, pp. 599-600.
[3] Ibídem, p. 600.
[4] MARTÍNEZ LAMELA, José Félix, Algunos antecedentes y anécdotas de las órdenes de caballería españolas, Rosario, Instituto Genealógico Heráldico de Rosario, Rosario, 1994, pp. 10-11.
[5] Ídem, p. 13.
[6] DI LULLO, Orestes, “Preguntas para una nueva información sobre la fundación de El Barco o Santiago del Estero”, en Investigaciones y Ensayos n° 12, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, Enero-Junio 1972, p. 356.
[7] ALÉN LASCANO, Luis C., Los orígenes de Santiago del Estero. Ensayos históricos, Santiago del Estero, Marcos Vizoso Ediciones, 2006, p. 22.
[8] GUTIÉRREZ DE SANTA CLARA, Pedro, Historia de las guerras civiles del Perú (1544-1548) y de otros sucesos de las Indias, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1905, t. III, pp. [154]-155.
[9] Ídem, p. 166.
[10] LEVENE, Ricardo, “Significación histórica del IV Centenario de la fundación de la ciudad de Santiago del Estero”, en Revista del Instituto de Historia del Derecho n° 5, Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales-Universidad de Buenos Aires, 1953, pp. 190-191.

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