Carlos V (por Tiziano). |
Por
Alberto Ezcurra Medrano[1]
Prólogo
Vamos
a trazar en estas páginas, un rápido esquema de las relaciones entre esa verdad
absoluta y divina que es el Catolicismo y esa otra verdad parcial y humana –pero
verdad al fin- que puede y debe ser el Nacionalismo. Es urgente hacerlo, porque
la confusión al respecto es grande. Muchas veces se ha confundido el
nacionalismo legítimo y verdadero con aquel nacionalismo EXAGERADO que la
Iglesia condena; y muchas veces también, se ha dado pie para que esa confusión
exista. Dios quiera que nuestro trabajo contribuya a disiparla.
Para
ello comenzaremos por ubicar al Nacionalismo en ese terrible drama de la
Cristiandad que comienza por la Apostasía religiosa y termina con el
liberalismo económico y la correspondiente reacción socialista. Esa ubicación
es indispensable si se quiere comprender al movimiento nacionalista, que no
debe ser contemplado ni juzgado en abstracto, fuera del espacio y del tiempo.
Luego veremos la necesidad de que ese Estado nacionalista, cuya esencia ya
hemos ubicado, se defina –y lo haga afirmativamente- frente a esa Verdad
revelada, a la cual naturalmente se
inclina. Estudiaremos a continuación el caso concreto del Estado Argentino,
sobre el cual pesan seis siglos de tradición católica que no puede despreciar sin
traicionarse. Y finalmente, nos ocuparemos de aclarar algunos puntos referentes
a las relaciones de la Iglesia y el Estado.
Una
cosa deseamos ante todo, y es no aumentar la confusión. Por eso advertimos que
al sostener que el Nacionalismo debe ser católico, más aún, que tiende
naturalmente a serlo, no pretendemos que la Iglesia deba ser nacionalista. La
Iglesia es indiferente ante las formas políticas, y mal puede ligarse a ninguna
porque está por encima de ellas. Pero –en la realidad histórica- las formas
políticas no son indiferentes ante la Iglesia. Unas han nacido bajo el signo
del Error y éste las ha penetrado hasta la médula. Otras han nacido como
reacción contra el Error, buscan a tientas la Verdad, y muchas veces la
encuentran. Entre éstas últimas está el Nacionalismo. Roguemos a Dios porque la
encuentre siempre. Y cuando esté desorientado, ayudémosle a ver, en vez de
reprocharle su ceguera.
A. E.
M.
[1] Ezcurra
Medrano, Alberto, Catolicismo y
Nacionalismo, Buenos Aires, ADSUM, 1939.
https://archive.org/details/catolicismoynaci00ezcu
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