martes, 5 de julio de 2011

LOS DESAFÍOS DEL PENSAMIENTO NACIONAL. ENTREVISTA A FRANCISCO PESTANHA

Manuel Gálvez y José L. Muñoz Azpiri.

Por Bernarda Tinetti



1.- En un artículo titulado El resurgimiento”,  Ud. afirmó recientemente  que la corriente del Pensamiento Nacional se había revitalizado en estos últimos años. Tal resurgimiento ¿se originó en razón de la movilización política abierta en el actual proceso? ¿Fue motorizada y conducida desde el Gobierno y el Estado por la dirigencia política? O ¿se trata de una sincronía de ambos a partir de las demandas surgidas por y en las controversias políticas e ideológicas que ocuparon la escena pública en estos últimos años?
En principio quiero aclararte que debido a la extensión de esta entrevista tendré que simplificar algunos conceptos. 
Ensayando una respuesta conjunta para los interrogantes que planteas en esta pregunta -a mi entender- el resurgimiento del Pensamiento Nacional es consecuencia directa de dos factores que aunque tienen relación con fenómenos que vos enuncias, los exceden ya que la revitalización de nuestra corriente responde a aspectos sociológicos más profundos.
 El primer factor que dio origen a este “renacer” tiene que ver con la acción ejercida por una superestructura cultual alienante que se consolidó a partir 1976 (pero que preexistía, ya que proviene de la matriz dicotómica posterior a la derrota federal a mediados del siglo XIX). En ese sentido la Dictadura vino a impulsar una vez más la negación de lo propio a través la exaltación acrítica de lo otro. Esa superestructura denunciada en su época por Manuel Ortiz Pereyra, Arturo Jauretche y otros tantos, es aquella que se asienta bajo la   dicotomía sarmientina “Civilización o Barbarie” donde la “Civilización” representa “lo otro” y la “Barbarie” “lo propio”, y  que actúo como norte ideológico de los vencedores de Caseros. Y digo alienante porque es reduccionista ya que los civilizados no eran tan civilizados y los bárbaros no tan bárbaros, y además negadora, ya que niega una parte sustancial del ser. Pero no solo lo niega. Lo menoscaba, lo oprime, lo reprime. La represión ejercida por la tiranía cívico militar, que dio por tierra al tercer gobierno peronista, no solo se circunscribió a lo físico imponiendo un verdadero genocidio, sino que se extendió a lo simbólico. Podríamos hablar, por qué no, de genocidio simbólico.
Esa superestructura alienante modelada sobre el exterminio federal, de lo facúndico como enseñaba Taborda, se constituyó asimismo como una cultura de importación acrítica de ideas, de conceptos  y de pautas culturales, negando auténticos productos simbólicos y culturales emergidos de la más sana tradición del país. Y vos sabés que cuando se reprime algo, ello vuelve a surgir, nos llama desde la historia como enseña Cirigliano.
Vos sabes, además, que en el universo de lo físico rige un  principio de acción y reacción. Esto también sucede en el campo de lo simbólico. Y entonces en esa reacción que llamamos resistencia, encontramos el segundo factor que origina el resurgimiento.
Tal como aconteció después de Caseros, como después de la caída de Yrigoyen, como después del derrocamiento de Perón, inmediatamente, después del golpe de marzo de 1976, un sustrato importante de la Argentina -el que se vio oprimido física y culturalmente- resistió de todas las formas y modalidades culturales y comunicacionales posibles, y si uno tendría que definir esa reacción, podría hacerlo con el término nativista, es decir como vindicadora de ciertos componentes de lo identitario.  Pero este fenómeno no solo aconteció durante la dictadura, sino que se extendió en las primeras décadas de nuestra democracia, ya que la impronta del proceso se desplegó más allá de la recuperación democrática. El resurgimiento entonces tiene que ver con esta dicotomía: Represión alienación-Resistencia reacción.
El Pensamiento Nacional, en cierto sentido, es una epistemología  resistente que acompaña y a la vez forma parte de la resistencia cultural y también la comunicacional. Uno podía visualizar promediando los años 80 cómo las nuevas generaciones empezaron, a través del arte, a expresar esa resistencia. Hay que mirar la poesía, la pintura, el muralismo, etc. Es decir, todas las formas de producción artística. Allí podían visualizarse los anhelos y las esperanzas de esas generaciones. Y como antes sucedió en nuestra historia, luego de la convulsión cultural apareció la política. En eso estamos.
Un fenómeno en el que hay que prestar especial atención es el de la comunicación. Allí los medios alternativos jugaron un papel preponderante. La comunicación alternativa fue una forma de resistencia.
Si uno los observa con detenimiento la historia argentina posterior a Caseros, y la relación entre cultura popular y movilización política, bien podría pronosticar este resurgimiento del Pensamiento Nacional  ya que en forma paralela a la resistencia cultural viene la interpretación y la literaturización de los contenidos de esa resistencia. Ahí es cuando reaparece el Pensamiento Nacional. Este proceso puede visualizarse claramente en los albores del surgimiento del peronismo. Primero una convulsión cultural nativista, luego el nacionalismo popular en manos de los Forjistas y otros componentes del campo nacional y posteriormente la militancia y la transformación.
En esta última etapa, es decir desde marzo de 1976 en adelante  mientras la resistencia cultural abarcó todos los campos de la sociedad argentina, el resurgimiento del Pensamiento Nacional estuvo motorizado por pequeños grupos e individuos que en soledad y muchas veces marginados, no solamente preservamos nuestro acervo y nuestra tradición, sino que además trabajamos en la reactualización y en la resignificación de esta corriente. Aquí se encuentra el tercer factor. El resurgimiento entonces no es un fenómeno de arriba hacia abajo sino de abajo hacia arriba. No fue impulsado por las elites sino muy por el contrario desde el pueblo auténtico.
Un aspecto importante es el rol que jugó el interior del país que para nosotros es el verdadero centro. El interior, es decir, la argentina profunda, resistió con fortaleza la aculturización impulsada desde la urbe. Y en ese sentido, sin temor a equivocarme, creo que el mundo provinciano ha jugado un rol vital en esta reacción nativista. Mientras la caja boba (televisión) porteña llevaba hacia las provincias enlatados de cultura importada, el interior fue paulatinamente invadiendo la ciudad con productos auténticos de nuestra tierra. Esta cuestión debe ser estudiada pues la he constatado permanentemente.

2- ¿Qué valores del Pensamiento Nacional son los que renacieron en este período? ¿Cuáles son los pensadores y/o las ideas fuerza que más se retomaron y/o resignifican? ¿Por qué?
Yo no sé si hablar estrictamente de valores ya que un concepto amplio de cultura excede con creces al mundo de los valores, aunque ciertamente los incluye. En ese sentido hay que entender que  el Pensamiento Nacional es en sí mismo un fenómeno cultural. Como bien enseñaba Fermín Chávez, el Pensamiento Nacional constituye una epistemología que se fue desarrollando aquí en la periferia, como resistencia a improntas culturales y conceptuales impuestas acríticamente desde afuera.
Como ya sostuve anteriormente éste no es un fenómeno nuevo ya que puede hablarse de una tradición de pensamiento que ya tiene más de cien años en el país, surgida muy probablemente con posterioridad a la derrota federal. Pero hay que tener en cuenta un dato importante, la resistencia cultural en sí misma ya tenía antecedentes en la resistencia de lo indoamericano contra la colonización española, y a la vez, en la resistencia del mundo indo–hispano-criollo contra el surgimiento y expansión de las culturas sajonas, por eso podemos hablar en América de una verdadera matriz resistente.
Respecto a la segunda parte de tu interrogante, el autor que surgió con mayor fortaleza en estos últimos años fue Arturo Jauretche, probablemente debido a la influencia que él ejerció sobre la generación de los setenta que hoy ocupa importantes espacios de poder. Otro autor que emergió con mucha fuerza fue Abelardo Ramos, quien también influyó sobre la misma generación. Pero en estos próximos años resurgirán las obras de otros tan o más importantes que los anteriores y aún menos reconocidos como Manuel Ortiz Pereyra, Saúl Taborda, Ernesto Palacio, Manuel Gálvez, Manuel Ugarte, Arturo Sampay y Fermín Chávez entre otros tantos. Entiendo que después de un proceso como el actual en el que encontramos mucho consignismo coyuntural, comenzará un período de reflexión más profunda  y la búsqueda de los orígenes. Pero no como atadura melancólica al pasado, sino como búsqueda de respuestas. Allí reaparecerán otros grandes maestros.
En estos tiempos la idea que con mayor fuerza resurge es la batalla cultural, aunque debo decirte que observo bastantes inexactitudes respecto al significado que esto conlleva, y sobre cuáles son los aspectos que habrá que dar batalla. Sobre este tema me gustaría profundizar en alguna oportunidad ya que adquiere una centralidad significativa.

3- Si algo renace, y se renueva es porque antes estuvo invisibilizado –ya sea por coerción o por consenso-  ¿Qué habrá ocurrido con el Pensamiento Nacional en la cultura social argentina para que perdiera su fuerza-idea o para que no encarnara en el pueblo?
Qué buen concepto ese de invisibilización. Me gusta. Ella resulta lógica consecuencia de la represión ejercida por esa superestructura alienante instaurada cada vez que se interrumpieron los procesos de emergencia popular. Muchas veces la coerción fue directa a través de los mecanismos de censura y persecución, pero lo que resulta  interesante es aquella invisibilidad producida por “consenso”. Ésta última fue ejercida fundamentalmente en los ámbitos universitarios y/o académicos donde, al asignársele a esta modalidad de pensamiento nuestro el carácter acientífico o paracientífico,  se lo excluyó y no se la consideró ni siquiera objeto de estudio.
He aquí una paradoja: la corriente de Pensamiento Nacional es la que ha alimentado conceptualmente a los dos grandes movimientos históricos acontecidos durante el siglo pasado y, salvo excepciones, no se ha considerado ni siquiera como objeto de estudio. Aún así hoy la Universidad Nacional de Lanús ha tomado la posta. Pero en esto quiero ser bien claro, acá no se discute el hecho de pensar diferente, como denuncian algunos comunicadores. El Pensamiento Nacional es una tradición de pensamiento que coexiste con la liberal, la marxista y la nuestra. El Pensamiento Nacional no aspira constituirse como  pensamiento único. Solo aspira a consolidarse como tradición de pensamiento.
El problema es que sobre nuestra corriente recayó una represión significativa que vino de varios lados, inclusive desde el seno del mismo Movimiento Nacional. Ernesto Ríos, en medio del auge neoliberal de la década del 90 denunciaba una crueldad censora que provenía de las estructuras partidocráticas del movimiento. Durante las primeras décadas de la democracia nuestros pensadores fueron ninguneados y olvidados. Los trataban de melancólicos y anacrónicos, y salvo excepciones, los discriminaron.  En ese orden de ideas, el Pensamiento Nacional, al colocarse en el campo de batalla, ha convivido con la política institucionalizada, y vos sabes que en ella prima el interés individual. El político profesional suele ponerse él delante de todo y persigue un interés propio no colectivo. Desde allí también provino la censura.

4 - ¿Los sectores juveniles que retoman el Pensamiento Nacional, lo hacen de formas parecidas a como lo hicieron otras generaciones en otros momentos?
Cada generación ha retomado y retoma esta tradición en forma diferente. No solamente en lo estético, sino también desde el punto de vista conceptual. Pero no obstante ello la esencialidad se mantiene. Y esta esencialidad está dada por la autoconciencia de nuestra situación periférica, la existencia de fuerzas que contribuyen a sostener esa situación periférica y la aspiración por obtener definitivamente nuestra soberanía integral. En ese orden de ideas tengamos en cuenta que el objeto principal del Pensamiento Nacional es la Identidad Nacional, y en ese sentido nuestra identidad mestiza, multígena al decir de Scalabrini Ortiz, nunca es estática, se va transformando en el tiempo con los nuevos aportes y con la resignificación de los anteriores. Las identidades mestizas son dinámicas y por lo tanto el Pensamiento Nacional adquiere un dinamismo similar al de su objeto. Y he aquí los grandes logros epocales. Hay un libro colectivo en el que participé –Proyecto Umbral– que se anima a avanzar sobre esta resignificación, y que si bien no tuvo un impacto mediático importante, con los años creo, adquirirá importancia.

5- ¿Existen producciones actualizadas sobre el Pensamiento Nacional? ¿Quiénes las realizan? ¿Cómo? 
Existen muchísimas. Gran parte de ellas están en la red y son producto del trabajo de innumerable cantidad de pensadores que hace años vienen resistiendo. Norberto Galasso, Ernesto Goldar, Graciela Maturo, Martín García, Mario “Pacho” O´Donnell, Alberto González Arzac, Eduardo Rosa, Alberto Buela, Ángel Núñez, Osvaldo Guglielmino, Hugo Chumbita, Oscar Castellucci, Ana Jaramillo, Pablo Hernández, José Luis Di Lorenzo, Daniel Brion, Carlos Piñero Iñiguez, Enrique Manson, Oscar J. C. Denovi, Roberto Bardini,  Julio Fernández Baraibar, Néstor Gorojovsky entre otros cientos, quienes, a pesar de mantener sus diferencias entre sí, claramente plantean una epistemología de la periferia.  Pero también los hay  nuevos como, entre otros, Claudio Díaz, Tato Díaz, Pablo Vázquez, Ernesto Ríos (ya fallecido), José Luis Muñoz Azpiri (h), Marcelo Gullo, Cesar González Trejo, Sandro Olaza Pallero, Natalia Jaureguizahar, Patricio Mircovich, Araceli Bellota, Leticia Manauta, Luis Launay y quien les habla, que estamos tomando la posta. Es decir el Pensamiento Nacional ha sido trasvasado de los mayores hacia nosotros, y ahora nosotros hacia las nuevas generaciones,  y este proceso es de profunda resignificación. También podemos mencionar a hombres y mujeres de la literatura, del cine, y de la poesía que, si bien no pertenecen o no reconocen estar encuadrados en esta a esta corriente, contribuyen a fomentar nuestros estudios y nos ayudan a continuar con la tradición.

6- ¿Dónde podemos visualizar el retorno del Pensamiento Nacional? ¿En qué lugares, en qué materiales, en qué formatos, en qué decisiones, en cuáles acciones?
Siguiendo con este afortunado término de la invisibilidad, el Pensamiento Nacional se ha hecho visible en estos últimos años en el discurso político. Llamativamente un sector considerable de la dirigencia que llevó a la Argentina a la humillación dio vuelta sobre sí misma y transmutó aquel  discurso liberal –globalizante de la década del 90- a uno diríamos nacional y popular. Aunque ciertas veces resulta  patético escuchar a algunos dirigentes  hablar de nacionalismo popular cuando hasta no hace tiempo hablaban de racionalización, gerenciamiento, privatización y otras tantas paparruchadas, uno tiene que entender, por un lado, que el Pensamiento Nacional nació  para ser apropiado y que esa apropiación ahora resulta notable aunque algunas veces no aparece como del todo sincera; por otro lado
Por otro lado tiene que tener en cuenta que el cambio operado a partir del 2001 se hizo casi sin violencia y sin “tirar la dirigencia por la ventana” y en tanto parte de ella modificó su discurso para “adecuarse” a los nuevos tiempos. Este es un proceso que hay que seguirlo con detenimiento y perspicacia, ya que la endeblez y la borocotización, como hoy se llama, puede devenir en traición.
El  pueblo argentino a partir de la crisis del 2001 ha decidido un proceso de transformación sin violencia. Una vez más Perón, el muy enunciado y poco estudiado, tenía razón.  Entre la violencia y el tiempo, esta vez se prefirió al tiempo. Esperemos que la dirigencia esté a la altura de las circunstancias y no vuelva a transmutar en forma oportunista.
El resurgimiento está a la vista. Miles de conferencias, encuentros, seminarios, libros, documentales, muestras, etc, dan cuenta clara de ello. ¿Cómo influirá este fenómeno en el futuro argentino? Eso está por verse.
Jorge Abelardo Ramos.

7- ¿Qué problemáticas, conflictos, cuestiones, (algunas de ellas para ejemplificar) fueron resueltas en Argentina desde nuestras propias ideas en períodos anteriores a nuestra contingencia y cuáles en la actualidad?
A mi entender, las dos fases del Movimiento Nacional acontecidas durante el siglo pasado apuntaron hacia la paulatina obtención de la soberanía integral del país. Durante el Yrigoyenismo, tibiamente, pero sobre todo durante el primer peronismo, gran parte de las acciones de gobierno estuvieron orientadas en ese sentido.
El Pensamiento Nacional durante el siglo pasado fue planteando cuestiones fundamentales –entre otras tantas- relación entre nación y pueblo y una autoconciencia que no existía. El Pensamiento Nacional, vino a poner a principios del siglo pasado las cosas en su lugar. Vino a advertirnos que la declaración de 1916 era solo un paso en el camino a la soberanía pero que el país aun seguía sojuzgado. Allí estaban José Luis Torres, Raúl Scalabrini Ortiz, Ernesto Palacio, Ramón Doll, Arturo Jauretche, Arturo Sampay, los hermanos  Julio y Rodolfo Irazusta, denunciando al coloniaje y demás falacias sobre las que estaba asentada esa ficción de soberanía.
En este momento el Pensamiento Nacional está reflexionado sobre muchas cuestiones vinculadas a obtener mayores niveles soberanía, en especial la cultural -  y además algo que es muy importante - cómo se evita que estas nuevas generaciones, que tanta energía están volcando hacia la militancia, no se frustren. Y digo ello porque una parte importante de la militancia, aun sin formación, se está incorporando a una dinámica contractual pública y/o rentada. Y esto es preocupante. Hay que observarlo. Si se incorpora a la dinámica contractual a la militancia sin formación se corre el riesgo de neutralizar la épica, y una militancia sin épica rápidamente se transforma en burocracia.
Estamos reflexionando además sobre nuevos componentes identitarios, sobre la incidencia de los nuevos factores migratorios en la constitución de nuestra identidad colectiva, en nuevas modalidad de construcción de legitimidades, es decir, estamos pensando en el futuro. El Pensamiento Nacional no nació para hacer análisis políticos de coyuntura, sino análisis estratégicos. El Pensamiento Nacional es pensamiento hacia el futuro. Por último hay que aceptar que en el país conviven otras tradiciones de pensamiento y en ese sentido hay que lograr vías de acercamiento, ya que el desafío es contactar e integrarse en un todo. Como enseña Cirigliano: “Toda la historia es nuestra historia. Todo el pasado es nuestro pasado, aunque a veces preferimos quedarnos con sólo una parte de ese pasado, seleccionando ingenua o engañosamente una época, una línea, unos personajes, y queriendo eludir tiempos, ignorar hechos y omitir actuaciones”. Cirigliano, aparte, decía: “Somos el conquistador y el indio, el godo y el patriota, la pampa privilegiada y el interior relegado, el inmigrante esperanzado y el gaucho condenado. Somos los dos, no uno de ellos solamente. Si nos quedamos con uno de los dos, siempre llevaremos a cuestas un cabo suelto sin anudar, siempre cargaremos un asunto inconcluso que no lograremos cerrar, siempre habrá un pedazo de nosotros que no lograremos integrar. Y todo aquello que uno no contacta ni incorpora y, por tanto, no cierra, eso no desaparece, continúa llamando, sigue siendo un mensaje en espera de ser recibido, reclamando, ser escuchado”. Aunque fuimos víctimas de la opresión y la censura, los pensadores nacionales con generosidad debemos abrir caminos, poniendo un límite solo al cipayaje.

8- ¿Qué significaciones puede tener para la política/cultura del país este retomar y este circular con más fuerza de las ideas nacionales?
Una significación vital. Pensar en nacional es pensar en el ser. Ningún individuo ni ninguna comunidad pueden desarrollarse eficazmente sin un auténtico proceso de reflexión sobre el ser. Esta reflexión en una sociedad mestiza debe contemplar las particularidades.
Pero para desarrollar adecuadamente ese proceso hay que formular ciertas  categorías propias con herramientas propias, una suerte de pensar desde nosotros mismos. El Pensamiento Nacional es vital porque implica un pensarnos desde nosotros mismos, es ejercicio de soberanía cultural, aunque algunos  todavía piensen que la soberanía ya ha sido lograda.

9- Durante el período donde fue hegemónica la creencia del fin de la historia y la muerte de las ideologías: ¿En qué y desde cuáles espacios resistieron las ideas nacionales?
Resistimos en forma individual y colectiva. Hay personajes legendarios que deberán ser redescubiertos por las nuevas generaciones. Cada uno en su tiempo y en su modalidad fue resistiendo. El Pensamiento Nacional siempre se caracterizó por esa dualidad. Debido a sus matices nunca pudo fundarse una Escuela de Pensamiento Nacional.
Durante estas últimas décadas hubo importantes textos, libros ninguneados, hubo actividades, talleres, conferencias, centros culturales. Todas estas actividades fueron realizadas prácticamente sin recursos y con escasísima difusión por los grandes medios.
Las estrategias fueron las más diversas y creativas. Una de las herramientas a las que recurrimos fue la red. Allí, con gran esfuerzo y venciendo ciertos prejuicios, se abrieron las primeras páginas nacionales ya que editar libros era muy difícil.  Después aparecieron editoriales como Fabro y Cicus, y otras que contribuyeron invalorablemente a la difusión de nuestras ideas. Y seguimos así porque aún hoy esta corriente no ha adquirido la visibilidad que merece, inclusive en los medios más afines.
En ese sentido la dispersión y la existencia de matices naturales en nuestra corriente atenta contra nuestra visibilidad. El progresismo urbano, por ejemplo, aunque más reducido mediante sus redes de relaciones han logrado mucha presencia, claro está, previa redefinición de su discurso público y cambio de mirada sobre los fenómenos nacionales como el peronismo.
Para finalizar quiero destacar especialmente un espacio de reflexión que fue la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas y su valiosa resignificación del conflicto de 1982 y de la causa Malvinas.

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