sábado, 9 de julio de 2011

SAÚL TABORDA. PENSAMIENTO Y ACCIÓN

Jóvenes estudiantes en la Reforma Universitaria (Córdoba, 1918).



Saúl Taborda.

Saúl Taborda -en el centro- junto a Enzo Bordabehere y Enrique Martínez Paz.



"¿Qué soluciones han dado a la crisis sus decretos económicos y financieros apoyados en doctrinas periclitadas, sus medidas fiscales expoliativas, sus represiones violentas de la agitación proletaria ejercidas en nombre de la libertad de trabajo, su avasallamiento de los institutos educacionales en nombre de los principios autoritarios retrógrados y anacrónicos, y su rencorosa ceguera frente a las aspiraciones y los reclamos de la juventud universitaria?" (Saúl Taborda).



Por Sandro Olaza Pallero



1. Vida y obra

Saúl Taborda nació el 9 de noviembre de 1885 en la estancia “Chañar Ladeao”, propiedad de sus padres Rosario Taborda y Ramona Pereyra, ubicada en Santiago Temple (Provincia de Córdoba). Su familia era de criollos de resonancia en la zona. Inició sus estudios primarios en la escuela elemental de Santiago Temple y los culminó en la Escuela Normal de Córdoba. Cursó los estudios secundarios en el Colegio Nacional Oeste de Buenos Aires y el Colegio Nacional de Rosario, donde habría abrazado las ideas anarquistas, mientras compartía las aulas con Amadeo Sabattini, Enzo Bordabehere y Florentino V. Sanguinetti. [1]
En el Centenario surgieron algunas de las pasiones de Taborda: la literatura, la vida universitaria y la política. Publicó su primer libro de prosas y versos, Verbo profano (La Plata, 1909) y asistió como delegado estudiantil en el Congreso Universitario de Buenos Aires de 1910. Carlos O. Bunge cuando opinó sobre Verbo profano, le dijo a su autor: “Más que poeta parece Ud. un filósofo que hace versos”. Ese mismo año se recibió de abogado en la Universidad Nacional de La Plata y comenzó a ejercer la profesión en Córdoba. También inició su doctorado que culminó en 1913 en la Universidad Nacional del Litoral. Su tesis fue La eximente de beodez en el Código Penal (Córdoba, Imprenta Bautista Cubas, 1915). Un ejemplar de la tesis la dedicó a Rafael de Altamira con estas palabras: “A don Rafael Altamira, el noble maestro que conquistó el alma de América para España. Su discípulo y amigo Saúl Alejandro Taborda”. [2]
Participó en la revista Renacimiento y publicó el artículo “Instituciones eclesiásticas coloniales” (s/f). Este sería un anticipo del capítulo dedicado a las “Instituciones Eclesiásticas” en sus Reflexiones sobre el ideal político de América (1918). Renacimiento se publicó entre 1909 y 1913 y tuvo como director a Florencio César González y como colaboradores a Alfredo L. Palacios y Manuel Ugarte.
Radicado en Córdoba, Taborda fue uno de los fundadores del “Círculo de Autores Teatrales de Córdoba”, del que fue vocal y presidente en 1916.  Esta entidad actúa con grupos de escritores, docentes, alumnos universitarios, la Federación Obrera Local y la “Biblioteca Córdoba” dirigida por Arturo Capdevila. Taborda se insertó en el activismo cultural de la Universidad Popular (1917) en círculos obreros y bibliotecas populares. Ahí alternó la amistad, manifiestos, tertulias, actos callejeros, cargos públicos y recursos de amparo para luchadores y huelguistas. [3]
En esta primera etapa de su vida pública se enroló en el “americanismo literario” y buscó convertirlo en un valor moral que superase al frío materialismo positivista y los procesos de “modernización”. Estética literaria conjugada con la retórica y que constituyeron elementos importantes empleados en la Reforma de 1918. Sus creaciones dramáticas y literarias plasmaron su pensamiento, como la tensión entre modernidad y tradición.
En su línea combativa y militante evidenció su ética de izquierda, donde señaló la lucha de la libertad contra el deber religioso en el drama en tres actos La obra de Dios (Cuaderno manuscrito, 1916). [4] Lanzó una rabiosa diatriba contra la moral de la burguesía ganadera en la novela Julián Vargas (Córdoba, La Elzeviriana, 1918), a la que calificó como “clase holgazana, debilitada y enviciada hasta la médula”. Destaca Horacio Sanguinetti que esta obra que relata los avatares de un joven provinciano bajado a Buenos Aires, donde hallará “amor, consuelo y desamparo”, tiene mucho de autobiográfico. La gran urbe que fascinaba con sus progresos y lujos como el Teatro Colón. “Aquí surge un enigma cultural a develar –dice Sanguinetti-, pues importa entender la contradictoria impresión que Iris, una ópera recién presentada por Pietro Mascagni, el músico de moda a la sazón, produce en Julián Vargas, y nos animamos a decir que en Taborda, pues no podría manifestarse como lo hace si no lo hubiese vivido…En cuanto al público, recibe de Taborda un indiscriminado desprecio ya que iba todo, según él, a exhibir en aquel inmenso palomar su aire, envuelto en sedas, recamado en joyeles, toda su vanidad, su tedio, su hipocresía y su estulticia”. [5]
Taborda descubre lo popular a través de “Juan Pueblo” en el drama El mendrugo (Inédito, 1916) y que fue puesto en escena por la Compañía de Enrique Muiño-Antonio De Bassi en Córdoba el mismo año. Contenidos influidos por un vitalismo de inspiración nietzcheana y anarquista, que consideraba a la vida como esencia de la realidad e imperativo de la libertad y que anticipaba los grandes motivos de su pensamiento político. Autores como Stirner, Sorel, Bakunin, Kropotkin y Proudhon fueron mencionados en sus obras con un contenido anticlerical, antiestatalista, autodeterminación popular, federalismo, pacifismo, reforma agraria y crítica a los verticalismos autoritarios y al liberalismo parlamentarista. [6]
En 1918 publicó sus Reflexiones sobre el ideal político de América (Córdoba, La Elzeviriana), primer ensayo de largo aliento que Taborda concibió al calor americano de la gesta de la Reforma Universitaria y dedicado al “último” José Ingenieros, aquel que denunciaba la aurea mediocre burguesa en El hombre mediocre (1913). Criticó a las instituciones eclesiásticas y afirmó que fue junto con el ejército un apoyo del absolutismo laico: “Desde el onganga del Gabón salvaje y primitivo hasta el sacerdote de los pueblos civilizados de nuestros días la historia de las instituciones eclesiásticas es la de una tiranía subjetiva destinada a apuntalar los regímenes políticos derivados de la lucha del hombre contra el hombre…Y como el régimen vigente es acusadamente un régimen de clase, lo es también la institución que lo protege y lo defiende aunando los anhelos y las aspiraciones religiosas de los pueblos y predisponiendo la psiquis colectiva en un sentido favorable a los que mandan”. [7]
La democracia americana se deberá erguir desde una soberanía plena, trascendente del “mero electoralismo”: “El partido político como fuerza organizada para el antagonismo en un régimen surgido del comité, ya no será posible…La soberanía no se expresará así por medio de una boleta encerrada en una urna; se expresará por todos los órganos del pensamiento. Los partidos políticos han respondido a un mínimo de soberanía y a un máximo de autoridad; la opinión pública o social responde a un máximo de soberanía y a un mínimo de gobierno”. [8]
Señalaba el ideal político de la filosofía: “Colocar el esfuerzo de la filosofía en el lugar prominente que le corresponde, desligarla, rescatarla de los intereses materiales que la desnaturalizan, arrancarla de las manos de las clases que la detentan y bastardean en beneficio propio, es la obra que corresponde realizar a la democracia. Para afirmarse hasta ser el triunfo del pueblo ella debe quitar de las manos de los déspotas las obras de Hegel y de Aristóteles”. [9]
Durante la gestión reformista, en 1920, Taborda fue nombrado titular de la cátedra de sociología de la Facultad de Derecho de la Universidad del Litoral en Santa Fe. Ese mismo año arribó a La Plata, donde fue designado rector del Colegio Nacional –dependiente de la Universidad-, cargo que abandonó en 1921, tras ser procesado por “anarquizador”. La reforma comenzaba a declinar ante el avance de la contrarreforma y la reacción conservadora en Córdoba, encabezada por Julio Argentino Roca (h) gobernador de la provincia entre 1922 y 1925 y la acción de la “Liga Patriótica” y la “Unión Popular Católica Argentina”. En 1922 cayó preso por participar en una manifestación y fue liberado por su amigo Deodoro Roca quien presentó un recurso. El 4 de diciembre remitió una carta abierta al Dr. Benito Nazar Anchorena –rector de la Universidad Nacional de La Plata-, publicada en La Voz del Interior dos días después. Se trató de una refutación a las acusaciones que originaron la cesantía de Taborda del rectorado del Colegio Nacional de la Plata. “Yo sobreviviré en el recuerdo de muchos corazones; usted –le decía Taborda a Nazar Anchorena- sólo vivirá en algún retrato colocado en los muros de su despacho por la mano de algún empleado”.  Cabe destacar que Nazar Anchorena fue más tarde miembro de la Corte Suprema y alejado de sus funciones, tras un juicio político durante el gobierno del general Juan Domingo Perón en 1946 “por haber convalidado los gobiernos de facto de 1940 y 1943” y de integrar la lista de conjueces con “apellidos de abogados captados por el capitalismo extranjero o pertenecientes a la oligarquía dominante”. [10]
 Entre 1923 y 1926, Taborda viajó por Europa en busca de nuevos aires y saberes. Así estudió filosofía en la Universidad de Maraburgo –destino que le habría aconsejado José Ortega y Gasset- y posteriormente en las Universidades de Zurich, Viena y París. También cursó pedagogía en las Universidades de Heidelberg y Leipzig. Recorrió Italia y España, lo que le produjo revalorar su origen hispánico, pues tenía una mala opinión sobre la Madre Patria. [11]
Taborda comenzó a tener un desasosiego –compartido entre otros por José Luis Romero y Ezequiel Martínez Estrada-  ante los oscurecidos e infames años ´30 y lo llevaría a “ahondar en los secretos de nuestra crisis”. Desde Córdoba junto a Carlos Astrada, Taborda alentaría la formación de un movimiento nacional, llamando a “todos los hombres preocupados por esta hora del mundo que quieran trabajar en la afirmación de una nueva conciencia social y de un nuevo orden espiritual…asistimos así al paradójico espectáculo de movimientos, partidos y hombres de auténtico fervor revolucionario en cuestiones económicas y políticas, que sin embargo profesan un hermético conservadorismo en lo cultural, hasta el extremo de querer perpetuar formales espirituales típicas de la ideología burguesa del siglo XIX: biología darwiniana, sociología naturalista, metafísica materialista, ética y pedagogía utilitarias, literatura y arte realistas, etc.” (Manifiesto para un Frente de Afirmación de un Nuevo Orden Espiritual, F.A.N.O.E., Buenos Aires, Septiembre de 1932). Entre otros firmaban Saúl Taborda, Carlos Astrada, Luis Juan Guerrero, José Luis Romero, Francisco Romero, Jorge Romero Brest, Juan Mantovani, José Babini, Alberto Baldrich y Jordán Bruno Genta. A partir de los enunciados del FANOE, se acusaría a sus ideólogos de “fascistas encubiertos hasta hoy bajo la máscara de su revolucionarismo espiritual”. [12] Sin embargo, Taborda firmaba en 1934 el “Manifiesto Antifascista” promulgado en Europa por el comunista francés Henri Barbusse y movilizado en Córdoba por Deodoro Roca, además participaría del “Comité contra el Racismo y el Antisemitismo en la Argentina. [13]
Taborda será recordado como un gran pedagogo, autor de “Investigaciones pedagógicas (Bases y proposiciones para un sistema docente”, editado en Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, año XVII, N° 3-4, 5-6, 7-8, Córdoba, Mayo-Octubre de 1930). En su libro La psicología y la pedagogía, Taborda resume magníficamente los grandes problemas de la psicología y la pedagogía y su mutua relación. Parte del postulado de que la pedagogía no se funda en la psicología, pero aunque estas dos disciplinas apunten a fines distintos, existe un punto indudable de contacto, fructuoso para ambas. “El psicoanálisis pedagógico es un método que se aplica mecánicamente. No responde a un fin porque no está en su índole el proponer fines a la educación”. Respecto de la Universidad  de Córdoba señaló que fue inadecuada para consolidar la unidad nacional pactada en 1853 y “las necesidades políticas provocaron la nacionalización de la Universidad de Buenos Aires”. “La Argentina no ha sufrido una influencia más directa que la francesa. Nada adquirió de España, en la era del coloniato, porque España no enseñaba nada, siguiendo con la ignorancia la misma táctica que seguía con el empobrecimiento mediante el monopolio económico”. [14]
El 16 de febrero de 1935, cuando se conmemoraba el centenario de la tragedia de Barranca Yaco –el asesinato del caudillo Facundo Quiroga-, Taborda fundó la revista Facundo. Crítica y polémica. Salieron siete números entre febrero de ese año y diciembre de 1939 y destacaba en Meditación de Barranca Yaco el origen común de los pueblos que conformaron la demarcación territorial llamada Argentina, es decir un concepto de nación en sentido sociológico y de origen federalista. “Formada por núcleos constituidos y consolidados en una enorme superficie geográfica separados por la distancia, propicia a la acentuación de características regionales, pero ligados por lazos espirituales legados por Castilla, esa comunidad estaba estructurada y dispuesta como entidad para la historia y su evidente vocación política era el intercomunalismo federalista”. Por este medio entabló una polémica con Domingo F. Sarmiento y sostuvo que el tema capital en Quiroga no estaba en la vida del caudillo, significado de la barbarie para el sanjuanino, sino en su muerte. La Voluntad de Mayo no estaba representada en el liberalismo cosmopolita sino en el comunalismo personificado en Facundo, el caudillo ibérico, el cabildo como núcleo de la representación popular y la tradición hispanista. [15]
Una mañana del 2 de junio de 1944, fallecía en Unquillo este argentino excepcional, cuyos méritos culturales y humanos no han logrado vencer aún la indiferencia del país oficial, que se sigue negando a considerarlo como uno de los pocos y auténticos pensadores argentinos. [16] Sus restos reposan en el viejo cementerio de Unquillo y sobre su tumba, la lápida contiene la siguiente expresión: “Vivió y pensó para su tierra”. Estuvo casado con María Sabaté y tuvo un hijo, Gabriel, residente en Unquillo, en el mismo solar de su padre. El Instituto Provincial de Enseñanza Media N° 179 de San José de Calasanz, Villa Valeria (Córdoba) lleva su nombre desde 1997.


2. Saúl Taborda en la opinión de distintos autores

Fermín Chávez ubica a Taborda en el nuevo eje cultural argentino, dentro del capítulo “La descolonización 1930-1945”, junto a Leopoldo Lugones, Ramón Doll, Raúl Scalabrini Ortiz, Julio Irazusta y Leonardo Castellani. Cita una frase del autor cordobés “La vida de un pueblo es una realidad tejida de historia y de cultura”, a quien señala como uno de los pocos argentinos que alcanzó a construir una filosofía nacional. “Y en el caso argentino –dice Chávez- es de advertir que historia y cultura se caracterizan por un hecho inicial clave: la desubicación de la inteligencia argentina frente a la realidad político-social de la patria nueva, lo que empieza a revelarse al promediar la primera década de la Revolución de Mayo”.  Afirma que el día que la historia de la cultura argentina se escriba sobre un nuevo eje, habrá que darle el espacio y sitio que le corresponde al pensamiento historicista o antiiluminista desde Juan Bautista Alberdi a Sául Taborda. 
Luis Farré y Celina A. Lértora Mendoza afirman que Saúl Taborda y Deodoro Roca fueron en la primera mitad del siglo representante del pensamiento liberal en una Córdoba presionada por fanatismos y prejuicios. “En sus Investigaciones pedagógicas –sostienen estos autores- incursiona por el campo de la filosofía, aunque de manera marginal y escasamente profunda. No es de extrañar, por lo tanto, que considere a la pedagogía como la máxima expresión de la filosofía. Maneja conclusiones y definiciones de los más modernos filósofos alemanes, Spranger, Max Scheler y otros; aunque parece ignorar lo mucho y bueno que se publicó antes o a la par de estos aportes germanos”. [19]Para los iluministas europeizar significó liquidar los valores hispánicos en América, no obstante que pidieron “un tono nacional”, pero el mismo se evaporó al calor de la ideología progresista y antihistórica. En el siglo XX esto lo vio muy claro Taborda, que según Chávez provenía del liberalismo de tradición rivadaviana y describió el proceso cultural que giraba sobre el eje civilización-barbarie. “Desechando las directivas comunalistas –escribe Taborda-, expresadas con extraordinario vigor en esos portadores de la voluntad social desmonetizados por la prédica interesada que empeñamos en imponer al país la fisonomía unitaria concebida por una doctrina cuyos prestigios derivan de su perfección racional”. Para Taborda, desde antes de 1810, las provincias constituían una nación, “un fenómeno vivo y espontáneo de sociedad”. Pero ganados por la fortaleza discursiva de la ideología importada, se empezó a mutilar la nación. Destaca Chávez en coincidencia con Taborda: “Se hizo artículo de fe copiar al pie de la letra las instituciones ultramarinas, para dominar nuestra barbarie”. [17] Chávez en Civilización y barbarie en la historia de la cultura argentina afirma que nuestras “élites”, agobiadas por la europeización de América, terminan volviéndose contra lo nacional: “Muy pocos hombres de la generación liberal han escapado a la norma sarmientina. Debemos nombrar entre las excepciones al cordobés Saúl Taborda (hoy muy vapuleado por sus compañeros de generación) y al profesor Coriolano Alberini, en muchos aspectos…Ocultar y silenciar a Saúl Taborda es, para alguna gente, una medida de precaución, en defensa de lo viejo, ya que el testimonio último del filósofo llegaría, sin duda, con sus resplandores al fondo de la caverna de nuestro liberalismo cultural”. [18]
Liborio Justo ubica a Saúl Taborda como uno de los protagonistas de la revolución estudiantil de la Reforma Universitaria en Córdoba, que en 1918 provocó el surgimiento de la “Nueva Generación” de América Latina y planteó ideales continentales y una actitud antiimperialista. “En el salón de grados proclamaron la huelga general, la revolución universitaria…Barros, Valdés, Roca, Taborda, Bordabehere y todos los que dirigían e inspiraban la campaña, hicieron oír su voz una vez más, en aquel momento solemne para la cultura del país”. [20]
Gustavo Cirigliano afirma que existe un dilema para quienes se acercan al pensamiento de Taborda: ¿es nacionalista o liberal? –se pregunta- y porqué lo alaban un pensador liberal como Adelmo Montenegro y un historiador nacionalista como Fermín Chávez. La clave sería aceptar que la evolución intelectual del cordobés recorrió diversos momentos. “El comunalismo –dice Cirigliano- será su versión de nacionalismo. Y cuando critica al ciudadano nacionalista critica al que es formado para el Estado”. [21]


Notas

[1] Saúl Taborda, Escritos Políticos 1918-1934. Edición y prólogo de Matías Rodeiro, Córdoba, Biblioteca Nacional de Córdoba-Universidad Nacional de Córdoba, 2009, p. VII. Alberto Buela, Pensamiento de ruptura, Buenos Aires, Theoría, 2008, pp. 149-150. 
[2] Ídem. Donación de Rafael de Altamira a la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación www.rajyl.insde.es  [citado 7-VII-2011].
[3] Taborda, Escritos Políticos…, pp. VIII-IX.
[4] Ídem, p. IX.
[5] Ibídem. Horacio Sanguinetti, “Saúl Taborda y el Colón”, en Los Andes www.losandes.com.ar , 19-VI-2010 [citado 7-VII-2011].
[6] Taborda, Escritos Políticos…, pp. IX-X.
[7] Ídem, pp. X-XII, 81y 93,
[8] Ibídem, pp. XI y 136.
[9] Ibídem, p. 131.
[10] Ibídem, pp. XIII-XV.
[11] Ibídem, XIV-XV.
[12] Ibídem, pp. XX-XXIV.
[13] Ibídem, pp. XXXIII-XXXIV y 195-196.
[14] Ibídem, p. XIX. Saúl Taborda, La psicología y la pedagogía, Córdoba, Facultad de Filosofía y Humanidades-Universidad Nacional de Córdoba, 1959, pp. 7 y 144. Saúl Taborda, Investigaciones pedagógicas (Selección). Prólogo de Gustavo Cirigliano, Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Nación-Editorial Marymar, 1993, p. 57.
[15] Saúl Taborda, “Meditación de Barranca Yaco”, en Facundo. Crítica y polémica N° 1, Córdoba, 1935. Mina Alejandra Navarro, “El nacionalismo cultural de Saúl Taborda”, en  Nostromo. Revista Crítica Latinoamericana N° 3, Primavera-Otoño 2010, p. 259. www.nostromoediciones.net  [citado 8-VII-2011]. 
[16] Fermín Chávez, Civilización y barbarie en la historia de la cultura argentina, Buenos Aires, Ediciones Los Colihues, 1988, p. 99.
[17] Fermín Chávez, Historicismo e iluminismo en la cultura argentina: Juan Cuello-Rosas-Vico-Herder-Alberdi-Castañeda-Castellani-Nimio de Anquín, Buenos Aires, Editora del País, 1977, pp. 20, 23, 30, 32 y 124.
[18] Chávez, Civilización y barbarie…, pp. 40 y 100.
[19] Luis Farré-Celina A. Lértora Mendoza, La filosofía en la Argentina, Buenos Aires, Editorial Docencia-Proyecto Cinar, 1981, p. 95.
[20] Liborio Justo, Nuestra patria vasalla. Historia del coloniaje argentino, Buenos Aires, Editorial Grito Sagrado, 1989, t. IV, pp. 173-182.
[21] Taborda, Investigaciones pedagógicas…, pp. 8 y 11-12.

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