lunes, 2 de noviembre de 2009

HISTORIA DE LA PARROQUIA DE SAN MIGUEL DEL MONTE (1774-1939)




SANDRO OLAZA PALLERO, Historia de la parroquia de San Miguel del Monte (1774-1939), Buenos Aires, Parroquia San Miguel Arcángel, 2007, 190 ps.






Por Ricardo Rabinovich-Berkman






Sandro Fabricio Olaza Pallero pertenece a esa camada de jóvenes latinoamericanos que se resisten a ser miembros de la cultura de la superficialidad y la decadencia. Aunque ello le duela y lo coloque en la contramano de gran parte de su generación, este inquieto docente de las Universidades de Buenos Aires y del Salvador se empeña en aferrarse a valores, principios e ideas. Desde temprana etapa, en sus estudios de derecho se le impuso la veta histórica, y quedó para siempre. Bibliotecario del Instituto de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas", siempre dispuesto a atender y ayudar a los estudiantes y lectores que se acercan, dedicó sus afanes a la investigación y al aula.


Como historiador, Olaza es un enamorado de la búsqueda de la verdad. Yo no creo que la objetividad sea posible, y como meta tengo mis dudas que sea algo bueno. Pero Sandro se obsesiona con ella. Quizás porque es muy consciente de sus inclinaciones hacia Rosas, figura que le atrae y apasiona, así como su época. Así que, como centra gran parte de sus pesquisas en ese segmento espacio-temporal, se preocupa hasta el extremo en precaverse contra sus propias tendencias, para que no le nublen la visión que le surge del análisis crítico de los testimonios. Ello lo ha llevado, por ejemplo, a una consideración de la imagen de Domingo Sarmiento que asombra, por sus tintes respetuosos (y hasta admirados) en un escritor "rosista" (¿"rosiano"?)


Desde tiempo atrás, una nueva pasión apareció en su vida: la recuperación del archivo parroquial de San Miguel Arcángel, en San Miguel del Monte, localidad tradicional y antigua de la Provincia de Buenos Aires, muy vinculada a Rosas y muy presente en la era del Restaurador. Empezó a viajar periódica y permanentemente a esa tranquila localidad, tal vez aprovechando también para hurtarse a los fragores de la metrópoli porteña, y a sumergirse con avidez en los registros de aquella sede eclesiástica, cuyos descubrimientos lo iban hipnotizando en forma creciente. A la gente, religiosa y laica, de San Miguel del Monte, la imprevista aparición de este joven historiador talentoso, que evidenciaba un ferviente interés por el pasado de su tierra, les resultó tan auspiciosa como simpática. Le abrieron las puertas de par en par, y Sandro no tardó en convertirse en un personaje de la escena local.


Entonces, aparentemente, sobreviene la idea de hacer un libro. Los hallazgos se acumulaban, y eran de una riqueza notable. La embriaguez feliz de estar arando suelo virgen, de estar sacando a la luz una porción no trabajada de la historia bonaerense, le hizo sentir a Olaza Pallero la necesidad, que no tardó en contagiar a los vecinos del sitio, de plasmar tanto buen material en una obra concreta. Entonces, ya con esa reconstrucción como objetivo, puso manos a la obra con renovado ahínco, entregando al nuevo sueño sus horas de descanso, sus fines de semana, sus vacaciones. Hasta que, finalmente, las tareas se tornaron en papel, y nació este excelente libro, el primero (y vaya estreno) de este promisorio historiador.


Con un estilo ágil, sencillo y clarísimo, sin rebusques ni vueltas, y dotado de una frescura y un gracejo, a veces rayanos en alguna que otra ironía, Olaza Pallero nos conduce a lo largo de más de un siglo y medio de interesantísima vida de esta emblemática parroquia, y a través de ella nos asomamos a la existencia cotidiana de aquella comunidad plantada en el océano verde de las pampas, y en los avatares del devenir rioplatense, hispano primero, independiente después, argentino (y bonaerense) siempre. Las peculiaridades de la compleja sociedad virreinal, los cataclismos de la época de los caudillos, el vislumbre de los días fraudulentos de una república incierta... Como una sucesión de nutridas imágenes, cuidadosamente recreadas y llenas de aliento, van pasando por los ojos del lector las estaciones del recorrido rioplatense, vistas desde aquel templo modesto, de dos plantas y una torre de campana.


Exquisitamente ilustrada, con láminas e imágenes históricas, y con dibujos especialmente preparados por Javier Ulke, y una esmerada edición, esta deliciosa obra histórica se alimenta de las profundas pesquisas archivísticas de Olaza Pallero, realizadas en los registros de la parroquia, y también en otros repositorios, y asimismo de numerosas fuentes indirectas, que el autor se tomó el cuidado de compulsar. La reconstrucción ha sido crítica y escrupulosa, y la metodología científica impecable. El resultado es una joyita, que sin dudas marcará un hito en la historia de esa misma localidad de que se ocupa, en curiosa y borgiana paradoja.


Quien se interese por el pasado del Río de la Plata, bien hará de pertrechar su biblioteca con este delicioso trabajo de Sandro Olaza Pallero. Si no lo hace, tarde o temprano sentirá su ausencia.



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